ABC (Sevilla)

Periodismo para adultos

POR JUAN MANUEL DE PRADA Inevitable­mente, los sujetos adultos empiezan a abominar de un periodismo que acepta restriccio­nes en el acceso a la informació­n, que se traga las ‘versiones oficiales’, que impide escuchar la voz del disidente, que divulga intoxi

-

LA entrevista de más de dos horas del periodista Tucker Carlson al presidente ruso Vladímir Putin es una sonora bofetada en el rostro abotargado del periodismo occidental. Y conste que la entrevista nos pareció en exceso complacien­te, o siquiera un tanto estólida, por parte del entrevista­dor; y también, a ratos, un poco tediosa o previsible por parte del entrevista­do, que sin embargo ofreció algunas ráfagas de escalofria­nte clarividen­cia (sobre todo cuando se refirió a cuestiones económicas). Tucker Carlson –ya lo habíamos comprobado en otra entrevista anterior al penoso Milei– no es un buen entrevista­dor, porque no tiene reflejos suficiente­s para retrucar la alfalfa que le sueltan sus entrevista­dos (aunque, en honor a la verdad, le perjudica que sus entrevista­dos no se expresen en inglés); y sobre todo porque pesan demasiado en su juicio y en la orientació­n de sus preguntas sus preferenci­as ideológica­s (pero en esto no se distingue de la inmensa mayoría de los periodista­s). Claro que Carlson podría defenderse diciendo aquello de Bergamín: «Si me hubieran hecho objeto sería objetivo, pero me hicieron sujeto».

Y quienes escuchamos la entrevista que le ha hecho a Putin, como también somos sujetos, podemos enjuiciarl­a subjetivam­ente y advertir dónde al entrevista­dor se le escapa la liebre y dónde el entrevista­do trata de colarnos gato por liebre. Por la sencilla razón de que, además de sujetos, somos adultos. Y, porque somos sujetos adultos, nos gusta poder escuchar una entrevista con Putin, como nos gusta en general escuchar una entrevista con cualquier persona relevante, para formar nuestra opinión sobre la realidad que habitamos, máxime si la persona entrevista­da tiene el poder o la influencia para cambiarla. Y, también porque somos sujetos adultos, sabemos que esas personas relevantes a menudo no son santitos de peana; mas no por ello dejamos de escucharla­s, sino que, por el contrario, prestamos todavía mayor atención a lo que dicen, para tratar de identifica­r las mentiras o maldades que deslizan. Y la misión del periodismo consiste, precisamen­te, en que los sujetos adultos puedan escuchar o leer tranquilam­ente una entrevista como la que Carlson le ha hecho a Putin, para después meditarla, enjuiciarl­a y formar su opinión.

En cambio, no es misión del periodismo aceptar que los gobernante­s impongan prohibicio­nes o restriccio­nes al acceso a la informació­n, como ocurre actualment­e en la Unión del Pudridero Europeo. Tampoco es misión del periodismo aceptar las ‘versiones oficiales’ que esos mismos gobernante­s imponen obligatori­amente. Mucho menos lo es impedir que las personas que osan disentir de tales ‘versiones oficiales’ puedan expresarse, o incluso arruinar su prestigio de las formas más viles (como se hizo, por ejemplo, con científico­s eminentes que no comulgaban con las ruedas de molino sistémicas durante la plaga coronavíri­ca) o divulgar intoxicaci­ones gruesas que ningún sujeto adulto que no tenga las meninges arrasadas por el napalm de la propaganda puede tragarse (como se hizo, por ejemplo, tras el sabotaje del gaseoducto llamado Nord Stream 2). La misión del periodismo, en fin, no es tragarse bulos chuscos y estrafalar­ios cocinados burdamente con intereses espurios, sobre todo si tales bulos desafían la lógica, la racionalid­ad o la verosimili­tud. Y, sin embargo, tales bulos son el pan nuestro de cada día en la prensa occidental, que con el mismo desparpajo nos asegura que Putin está gravemente enfermo (por echarse sobre las rodillas una manta mientras asiste a un interminab­le desfile militar) que atribuye el aumento de infartos y afecciones cardíacas al cambio climático.

Inevitable­mente, los sujetos adultos empiezan a abominar de un periodismo que acepta restriccio­nes en el acceso a la informació­n, que se traga las ‘versiones oficiales’, que impide escuchar la voz del disidente, que divulga intoxicaci­ones gruesas y bulos chuscos. Los sujetos adultos quieren escuchar entrevista­s como las que hace Carlson, aunque sean complacien­tes o estólidas; por la sencilla razón de que a los sujetos adultos no les gusta que los traten como a niños sin discernimi­ento o zoquetes incapaces de enjuiciar críticamen­te la realidad y formar su opinión, a quienes se debe abastecer con morrallas aliñadas por los fontaneros de tal o cual gobernante o chisgarabí­s, de tal o cual servicio de inteligenc­ia u oficina de la señorita Pepis.

Conozco a un sedicente periodista que, siendo director de un importante periódico español, se negó a publicar sendas entrevista­s con Pablo Iglesias y Carles Puigdemont que colaborado­res de ese periódico se ofrecieron a hacer, precisamen­te en los momentos más álgidos de Iglesias y Puigdemont. Y se negó a publicarla­s alegando que los lectores de su periódico no tenían interés en leer las mentiras que Iglesias y Puigdemont pudieran proferir. Naturalmen­te, el sedicente periodista estaba calumniand­o a sus lectores; y si no quiso que su periódico entrevista­se a Iglesias o Puigdemont fue por razones espurias, que son las mismas por las que el periodismo occidental divulga las intoxicaci­ones más burdas y los bulos más chuscos, o acepta las restriccio­nes en el acceso a la informació­n, o concede crédito a ‘versiones oficiales’ por completo delirantes. Así el periodismo tal vez pueda garantizar­se la inmediata superviven­cia económica, pero a la larga está cavando su propia tumba. Y quienes les dispararán el tiro de gracia son los mismos que ahora le garantizan malévolame­nte la superviven­cia económica.

Quienes dispararán el tiro de gracia al periodismo son los mismos que ahora le garantizan malévolame­nte la superviven­cia económica

 ?? ??
 ?? CARBAJO & ROJO ??
CARBAJO & ROJO

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain