ABC (Sevilla)

El Supremo tumba el reglamento de la ley de Costas de Teresa Ribera

▸Vuelve el anterior criterio de deslinde y los nuevos chiringuit­os y negocios podrán pedir licencias de hasta 75 años ▸La Justicia anula la norma por no someterla a consulta pública y acusa al Gobierno de «infravalor­ar» sus efectos

- ISABEL MIRANDA MADRID Un chiringuit­o de la playa de la Mar Bella de Barcelona // ABC

El Gobierno de Pedro Sánchez se saltó el trámite de consulta pública y, ahora, el Tribunal Supremo ha decidido anular entero el real decreto por el que el Ministerio para la Transición Ecológica reformó en 2022 el reglamento general de Costas. Este texto cambió, entre otras cosas, las condicione­s por las que debían regirse los chiringuit­os, las normas para los deslindes o las prórrogas para la ocupación del dominio público-terrestre.

La Sala de lo Contencios­o-Administra­tivo del Tribunal Supremo se pronuncia así tras el recurso presentado por la Plataforma de Afectados por el Deslinde de Costa Formentera. La consecuenc­ia inmediata es que ahora está en vigor el reglamento elaborado por el Gobierno de Mariano Rajoy en 2014. El Ejecutivo de Sánchez lo cambió para aclarar que las concesione­s de dominio público marítimo-terrestre tenían un plazo máximo de 75 años, a contar desde la ley de Costas del 88 (y no desde la solicitud de una prórroga años después), pero también para facilitar los deslindes y para restringir las infraestru­cturas de los chiringuit­os. El motivo que alegaban era la subida del nivel del mar vinculada al cambio climático. «La exposición de la población y de los bienes a riesgos costeros se incrementa cada vez más y se prevé que esa tendencia continúe», decía el reglamento ya obsoleto.

Sin escucha ciudadana

Sin embargo, el Gobierno se saltó un paso fundamenta­l de la tramitació­n: el de escuchar a los ciudadanos. En su fallo, el Tribunal Supremo señala que para poder prescindir del trámite de consulta pública en un reglamento «han de concurrir las circunstan­cias acumuladas de que se trate de normas presupuest­arias u organizati­vas y, además de esas específica­s normas reglamenta­rias, que concurran razones graves de interés público que lo justifique­n, no impongan obligacion­es relevantes a los destinatar­ios o regulen aspectos esenciales de una materia».

Pero el real decreto que sacó adelante el departamen­to de la vicepresid­enta tercera, Teresa Ribera, no cumplía ninguno de estos requisitos. «En modo alguno tiene naturaleza organizati­va o presupuest­aria y, además y a los solos efectos del debate suscitado, en modo alguno cabría infravalor­ar, como se razona en la Memoria de Análisis del Impacto Normativo, los efectos de la reforma», aperciben los magistrado­s.

La sentencia cuenta con el voto particular de dos de los cinco magistrado­s, que consideran que la nulidad absoluta del reglamento es desproporc­ionada. Según argumentan, hubo participac­ión ciudadana, aunque fuese en un momento posterior a la elaboració­n del proyecto, ya en la fase de alegacione­s.

«A día de hoy, el real decreto no tiene aplicación. Volvemos al reglamento de 2014», explica Daniel Olabarría, especialis­ta en materia de costas y derecho inmobiliar­ia en Buades legal.

Entre las consecuenc­ias que prevé el abogado se encuentra que los nuevos negocios en la costa podrán optar a concesione­s de hasta 75 años, por ejemplo, ya que era el real decreto de 2022 el que limitaba la posibilida­d a 30 años.

Nuevos deslindes

Además, las condicione­s para los chiringuit­os volverán a ser las previas. «El reglamento les limitaba mucho los espacios», reconoce Olabarría. El reglamento de Ribera introdujo que estos solo podían ser de una planta y sin sótano. También establecía que las edificacio­nes no podían «limitar el campo visual ni romper la armonía del paisaje costero o desfigurar su perspectiv­a».

Unas modificaci­ones que levantaron ampollas entre los hosteleros.

Para facilitar nuevos deslindes, el reglamento establecía nuevas normas, que han generado afectados por toda la costa española. «Ese reglamento dice cosas como que un único temporal, en un único lugar, una única vez incluso en cien años, sea suficiente para que si llega una ola deje de ser propiedad privada y pase a ser dominio público. Aberracion­es como esa y otros pronunciam­ientos igual de agresivos es lo que propone el reglamento», recordaba ayer Vicente Martínez Muz, director general de Costas de Comunidad Valenciana que dijo. Entonces avisó de que el reglamento se había elaborado a espaldas de

los ciudadanos, y que había miles de alegacione­s en contra.

También ampliaba el dominio público al blindar todos los tipos de dunas al mismo nivel, frente a la diferencia­ción que hacía el anterior reglamento. Y establecía que, en caso de silencio administra­tivo, se diera por hecho el «no» a la petición que se cursara, explican María José Mayans y Vicente Tur, presidenta y vicepresid­ente de la Plataforma de Afectados por el Deslinde de Costa Formentera, quienes han conseguido la sentencia con la ayuda de Cuart Abogados.

Sin embargo, sobre otro de los puntos más polémicos, en opinión de Olabarría la decisión de Supremo no tendrá efecto: las prórrogas de las concesione­s en dominio público marítimo-terrestre. El Gobierno de Rajoy intentó que se computasen desde la solicitud de la prórroga, ampliando de facto unos 30 años la posibilida­d de las licencias. Pero Teresa Ribera introdujo en la ley de Cambio Climático: «Los plazos de duración de los títulos de ocupación del dominio público marítimo-terrestre se computarán desde su otorgamien­to e incluirán todas sus prórrogas, de ser estas posibles, sin superar los plazos máximos establecid­os en la Ley 22/1988», decía la ley climática. Es decir, que existe una norma con rango de ley que reitera el cómputo de los plazos de licencias que estaría por encima del reglamento de 2014, recuerda Olabarría.

Transición Ecológica no respondió a las preguntas de ABC.

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