La ideología de los naranjos
Repiten lo que dicen desde 2017: PP cobarde, PSOE malo, Abascal weno, valiente y wapo
Creíamos que no se podía estar más perdido que Abner Vinicius en un contragolpe, pero nos equivocamos, se puede ser concejal de Vox en Sevilla. Fue genial el derroche de coherencia de Cristina Peláez el pasado miércoles en el pleno municipal. Su grupo decidió, bueno, ese verbo es muy generoso, cambiémoslo por acató, votar en contra de la inversión en los parques de Sevilla. La propuesta tuvo que salir adelante con la abstención responsable del PSOE. De esta manera, pudo expresar la edil del partido de Abascal que sí, que su negativa es verdad que venía del pataleo de que quieren entrar en el gobierno y, ojo, que dijo que al ser esto parte del «juego político» no podía ser criticado. Vamos, que hay que entenderlo y poco más que aplaudir el incontestable gesto de resistencia y gallardía. Estos son ellos, su discurso radica en el argumento ramplón y vacío. Pasan de faltones y canallas a victimitas que se ponen muy dignas en un tris. El juego político, qué gran confesión ésta de una integrante de un partido que se ha acostumbrado a perder hasta haciendo trampas al solitario, están como para echarse unas manitas al black jack. A Cristina enteramente se la Peláez, de hecho, redondeó la faena desplegando el repertorio clásico, aunque sí que es verdad que, con un tono dubitativo, de no creerse ni lo que estaba diciendo. Sacó a relucir ese mantra cuñado de que el PP y el PSOE son lo mismo. Ya pesa esto de hacer el papagayo, el girar como un hámster en la rueda del simplismo. Estuvo bien Juan Bueno al replicarle con tono jocoso que si podía explicarle a los sevillanos y a sus votantes cuál es la carga ideológica de los naranjos, las jacarandas y los plataneros. Dónde está la traición en adecentar los parques de la ciudad. No es serio, y se descubren como lo que son; políticos sin sustancia que encontraron una veta en el aborto, la inmigración y la bandera. No los saques de ahí, de la línea redundante de Madrid, porque no saben por dónde seguir. Chantajean con votar en contra de los presupuestos porque son y hacen lo mismo que Junts. Y, probablemente, bajo el paraguas de esa indignación impostada, se ahorrarán tener que currar un poquito y presentar enmiendas a las cuentas. Quieren, como les dijeron los populares, gobernar con gente de la que dicen no fiarse. Sueñan con sentarse en uno de esos sillones horrendos de El Salvador para que gobiernen otros hasta que haya que ir a hacer un vídeo sobre los menas a La Macarena u ondear la bandera de España a la Plaza Nueva. Repiten lo que dicen desde 2017: PP cobarde, PSOE malo, Abascal weno, valiente y wapo. Tanto alardear de no tener complejos para luego no ser capaces de ir de frente y decir: dame moqueta y me callo. Solo puedo entender estos arrebatos de nenes caprichosos con el pánico que les producen los naranjos y las naranjas. Ese color es una premonición. Que se la jueguen, que tensen la cuerda, a ver qué les dicen los ciudadanos.