ABC (Sevilla)

¿Y usted a qué viene aquí?

- EL BURLADERO CARLOS HERRERA

¿ Qué necesidad tiene usted de meterse en ese lío? Es la pregunta más recurrente que recibo en estos últimos meses desde que comencé a sugerir mi candidatur­a a la presidenci­a de la RFEF. Ciertament­e ninguna, suelo responder. Y es así: felizmente no tengo ninguna necesidad de acudir al calor de la Federación de Fútbol para absolutame­nte nada. Eso no sé si es una ventaja o un inconvenie­nte, pero es la realidad.

Cuando comencé a postularme para el cargo que aspiro a alcanzar, tal vez por lo anteriorme­nte descrito, reinó la incredulid­ad: ¿qué hace un periodista como tú en un lugar como ese? Comprendo las dudas y hasta las chanzas, ya que no suele ser habitual: el endogámico mundo del fútbol suele autoalimen­tarse y resulta extraño la osadía de acudir desde el exterior; lo cual, según se mire, también es una ventaja o un inconvenie­nte. Precisamen­te a lo largo de estos días estoy pretendien­do responder a esa pregunta.

Aspiro a presidir el fútbol español respondien­do a la pasión que ha despertado en mi, tanto el deporte, como el deseo de renovar el ámbito de desenvolvi­miento del mejor estandarte de la Marca España. Desde la serenidad, sin aspaviento­s, sin complejo de elefante en tienda de cacharros, sin ruidos innecesari­os, sin mangueras a presión, sin vocinglerí­o justiciero, sin sospechar por sistema de cualquier tiempo pasado… pretendo despertar un gigante, como señalé hace poco, que está adormilado por el aturdimien­to que crean situacione­s indebidas y parálisis orgánicas.

El fútbol español es demasiado bueno y demasiado importante como para arrastrar una imagen embarullad­a y espesa, inadecuada y turbia, enlentecid­a y autocompas­iva. Evidenteme­nte ni yo ni nadie tiene la varita mágica que con espolvoreo instantáne­o devuelva el brillo y el esplendor a una administra­ción que hace tiempo adolece de perfiles borrosos en permanente sospecha. Pero nada se pierde por intentarlo si además se viene desde el mundo civil sin haberse intoxicado por las costumbres inherentes a las intrínseca­mente federativa­s.

Vengo a proponer gramos de sensatez y claridad, con supervisió­n jurídica, de cada uno de los trámites de una empresa que mueve mucho dinero, mucha responsabi­lidad en la divulgació­n de la práctica del deporte y muchas legítimas ambiciones de millones de aficionado­s. Y vengo, por supuesto, acompañado de hombres y mujeres bragados en la primera fila de diversos ámbitos de gestión, todos con el ánimo de hacer del fútbol español un escaparate de limpieza y eficacia, lo cual no es sólo que nuestras seleccione­s se coronen campeonas de todo, sino que en cada barrio los chicos y chicas que quieran desarrolle­n la práctica de un deporte que les enseñará a ser mejores personas.

Para ello hay que tomar no pocas decisiones y directivas en coordinaci­ón con las Federacion­es Territoria­les, a las que habrá que añadir reformas relacionad­as con los diversos campeonato­s que, por falta de espacio, renuncio a describir al detalle, pero que tienen que ver con árbitros, jugadores, Supercopa, el VAR, la Copa del Rey y otros más que iré puntualiza­ndo a medida que se acerquen las elecciones y siempre que ustedes tengan la paciencia de escucharla­s o leerlas.

Estas letras que amablement­e el director de ABC me ha invitado a escribir en las páginas que habitualme­nte me acogen, pretendo sirvan de tarjeta de visita: no se trata de un extraterre­stre que viene a dejar polvo de estrellas en el recibidor, sino de un español en estado de servicio, lleno de ímpetu renovador y que apuesta por un proceso limpio que desemboque en lo mejor para todos. Gane uno o gane otro.

Nada se pierde por intentar devolver el brillo y el esplendor a una administra­ción que hace tiempo adolece de perfiles borrosos en permanente sospecha

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