ABC (Sevilla)

Dos años y tres fallos

- IGNACIO ROMO

Implacable. La lucha antidopaje en el atletismo no tiene clemencia. En los últimos meses se han sucedido casos de dopaje entre atletas de Kenia, un país antes considerad­o virgen en el mundo de la trampa. El golpe ha caído esta vez sobre Mo Katir, el mejor atleta español del momento, el número uno mundial de los 5.000 metros. Hoy iba a intentar en Valencia el récord de Europa. Ya no podrá hacerlo. La carrera será sobrevolad­a por un fantasma. El fantasma del dopaje.

Las normas antidopaje establecen con claridad dos años de sanción en los controles por sorpresa. Las suspension­es pueden ser por haber dado positivo con una sustancia prohibida –no es el caso de Katir– o por no estar localizabl­e donde dijo que iba a estar, en tres ocasiones y en el periodo de un año.

Hay por tanto dos hipótesis en el caso Katir. La primera, que se dopó y jugó a ir esquivando controles. La segunda, que descuidó el asunto de las localizaci­ones y no les prestó la debida importanci­a, como afirma su agente, Miguel Mostaza. Esta última hipótesis, imputando ademas un error a los controlado­res en uno de los tests, es la que va a utilizar en su recurso el subcampeón mundial de 5.000 metros.

En cualquiera de los dos casos, Katir habría actuado mal. Si se dopó, entonces la sanción es justa y clara. Y si no se dopó, la torpeza es mayúscula. Porque él ya sabía que llevaba dos fallos (se los habían comunicado) en menos de 12 meses. Esta mañana, mientras desayunaba en Valencia, ha recibido por email la notificaci­ón de la sanción. Dos años sin competir. La lucha antidopaje en el atletismo es fría, contundent­e, implacable.

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