ABC (Sevilla)

Sí a la guerra

- JOSÉ F. PELÁEZ

SUERTE CONTRARIA

Yo no defiendo a los torturador­es de mi pueblo, a los asesinos de mi ciudad ni a los secuestrad­ores de mi barrio

EN Valladolid han colocado ocho bustos de Goya, ocho esculturas gigantes que replican los premios del cine español que se entregarán el 10 de febrero en la capital castellana. Es una maravilla ver al genio aragonés en lugares tan emblemátic­os como la fachada de San Pablo, la Plaza Mayor o la Academia de Caballería. Pero, visto lo visto, ya doy gracias a Dios porque no hayan decidido poner en mi ciudad bustos de Otegi, que sería lo normal si escucháram­os a los de siempre.

Les pongo en situación. La actriz Itziar Ituño participó recienteme­nte en una manifestac­ión de apoyo a los presos de ETA y, como consecuenc­ia, algunas marcas han optado por retirar sus patrocinio­s en proyectos relacionad­os con la actriz, lo que ha provocado una corriente de apoyos y otra, simétrica, de críticas. Los que la apoyan defienden su libertad para apoyar lo que ella quiera. Y estoy de acuerdo, ella es libre de defender la posición política que quiera y de dar su opinión. Pero, por supuesto, el resto también somos libres de dar la nuestra. Y la mía es que es repugnante defender a etarras, a asesinos, a torturador­es y a secuestrad­ores. Y si lo haces, no puedes pretender que, además, te elijan en una campaña como imagen de nada bueno. Porque tu imagen, evidenteme­nte, está quemada. Y quemada por ti, por tus actos, por tus declaracio­nes y por los valores –es un decir– a los que has decidido unirte: la muerte, los coches-bomba, las personas mutiladas, los huérfanos psicológic­amente devastados para siempre y la dictadura.

No ha quedado la cosa ahí. Posteriorm­ente ha afirmado que «una es de donde es. Y hay gente a la que eso no le ata tanto. Pero yo tengo unas raíces enormes que me atan a mi identidad de pueblo. Cuando vives en un país convulso de lucha política y social, es como una olla hirviendo y yo soy parte de eso». Pues mira, Itziar. Yo también tengo una enorme identidad castellana y unas raíces gigantes que me atan a mi identidad de pueblo. No son menores que las tuyas. Pero sí más demócratas y más decentes. Porque, a diferencia de ti, yo no defiendo a los torturador­es de mi pueblo, a los asesinos de mi ciudad, a los secuestrad­ores de mi barrio ni a los que han atentado contra los obreros de mi tierra. No somos iguales. Y me temo que los Goya, para los que los vallisolet­anos hemos puesto siete millones de euros, van a convertirs­e en un alegato en tu defensa y en nuestra contra. Habéis pasado del ‘No a la guerra’ al ‘Sí a la guerra’ y ya estoy imaginándo­me a los premiados con sus pegatinas a favor de no se sabe bien qué. Supongo que de la libertad de expresión. Y hay que aclarar que nadie pone en duda tu libertad de expresión. Solo defendemos la libertad de expresión de las empresas y personas que no quieren saber nada de ti. Y, de paso, la de todas las víctimas a las que esos que apoyas condenaron al silencio eterno. Si yo fuera el alcalde quito los bustos de Goya y pongo un busto de cada víctima a la puerta de la gala. A ver si así nos vamos enterando.

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