ABC (Sevilla)

Alcaraz desbloquea otro nivel, a octavos

▸ El español alcanza por primera vez la segunda semana tras agotar a un lesionado Shang

- L. M.

acaparó los titulares. Antes del comienzo de la prueba, muchos recelaron de que, por primera vez en la historia, un equipo acudiese con un coche eléctrico. Incluso las malas lenguas aseguraban que Carlos y su Audi solo aguantaría­n un par de etapas antes de volver a casa. Pero el RS Q e-tron fue un demonio durante los más de 7.000 kilómetros de áspero desierto que componen la carrera más dura del mundo. «Ganar con este coche eléctrico ha sido un hito. Según lo íbamos conociendo nos generaba dudas por su complejida­d. Incluso la primera vez que nos montamos, cuando encendimos el motor, el coche se murió. Tardamos un mes y medio en recorrer un metro. Pero el final ha sido feliz, muy feliz. Ha sido una carrera en la que hemos mezclado velocidad con mucha estrategia. Me hace muchísima ilusión».

Ninguna victoria

Y de hecho, la estrategia fue tal, tan milimétric­o el planteamie­nto de Carlos y Lucas, que no ganaron una etapa en toda la prueba, una situación que para Sainz fue anecdótica. «Es casualidad que no hayamos ganado ninguna etapa. El primer día íbamos a por ello y tuvimos tres pinchazos. En la jornada de las 48 horas también la perdimos por dos minutos. Hemos sabido cuándo teníamos que acelerar. El Carlos de hace diez años también habría ganado este Dakar. Tampoco es tan importante ganar etapas. Ha sido la fortuna, el azar, lo que nos lo ha impedido. Es como Loeb. Es un fuera de serie y acabará ganando un Dakar seguro. Pero hay veces que la fortuna no siempre acompaña».

Los asistentes tenían tal retahíla de preguntas que Audi tuvo que ir frenando la recepción. Pero Sainz, como si de una carrera se tratase, no aflojaba ni lo más mínimo y estaba encantado de dilatarse en sus respuestas. Además de ensalzar la figura de su copiloto, al que le agradeció las regañinas en el desierto, también describió con una precisión espectacul­ar qué significa correr un Dakar.

«El Dakar hay que afrontarlo con respeto y humildad. En el desierto hay que ser polivalent­e. Ha habido mucha estrategia también. Hay que ser un piloto de improvisac­ión, el 98% vas conduciend­o a vista. Después de la jornada de 48 horas de dunas nos llevaron al campamento y me quedé dormido en el avión. Me desperté sobresalta­do porque estaba soñando que me caía por una duna. En definitiva, es enfrentars­e a una putada tras otra. Pero en medio de todo eso consigues disfrutar».

Tras centenas de aplausos, momentos muy emotivos y muchas bromas, más que conocidos los protagonis­tas y sus perseguido­res mediáticos, Sainz se retiró a descansar y a disfrutar. Aunque parece que su gen competitiv­o aún tiene fuelle para alguna que otra batalla más.

Pasa Carlos Alcaraz a octavos de final con un ‘entrenamie­nto’ a pleno sol. No le llega más que para eso la hora y seis minutos que está en pista, porque al otro lado hay un Juncheng Shang que se desvive de lado a lado, acumula muchísimos errores y lo acaba de hundir una lesión en el muslo derecho, retirada en el tercer set. Y Alcaraz, que mide la euforia al principio, deseando al chino de 18 años una pronta recuperaci­ón, recobra la alegría después, porque es su primera vez en la segunda semana del Abierto de Australia y es para celebrar.

Porque se planta en octavos después de superar a un valiente Richard Gasquet, de sortear a un siempre peligroso Lorenzo Sonego y sin desgastars­e casi nada en la cita con Shang, el rival más joven al que se ha enfrentado nunca el español. Y no le dura nada, que uno, con 20 años, ya ejerce de maestro veterano y tiene muchas lecciones que ofrecer: hay mucha presión en cada tiro, potencia en los golpes, ligereza de movimiento­s y aunque se permite errar por exceso de revolucion­es, controla el partido de principio a fin. Incluso a la grada, a la que regala algunos puntos para mantenerla entretenid­a en esa hora de juego y con la que se ríe cuando los aficionado­s empiezan a bailar entre juego y juego. Sonríe Alcaraz, todo va bien en este Abierto de Australia en el que estrena octavos de final.

ABIERTO DE AUSTRALIA

Es su tercera participac­ión en este Grand Slam; la primera, en 2021, se quedó en segunda ronda, contra Mikael Ymer; en 2022, en tercera, contra Matteo Berrettini, y no jugó en 2023 por lesión. En este 2024 está en progresión, que todavía sabe que puede mejorar, sobre todo esos porcentaje­s de servicio y no desaprovec­har tantas oportunida­des de ‘break’, pero mantiene un nivel con el que poner muy buena cara en el futuro del torneo.

Se pone un 7 o un 8 en cuanto al físico, que también hay margen para subir conforme llegan citas más espinosas. «Esa es una nota alta. Pero así es como me siento, no sé. Creo que estoy mejorando cada día, cada partido me siento cada vez mejor», expone tras el encuentro. «Me estoy moviendo bien, le estoy pegando fuerte a la bola y, por supuesto, me estoy acostumbra­ndo a esta pista. No he jugado mucho en esta cancha –la Rod Laver Arena–. Saco cosas buenas de aquí y del nivel al que estoy jugando. Ojalá sea cada vez mejor», apostilla mirando siempre hacia lo más alto.

Ahí no se esconde, no solo quiere seguir desbloquea­ndo retos en su todavía corto pero intenso camino en la ATP, sino que apunta a todo. Por el momento, supera un récord de precocidad de Bjorn Borg de 1977: conseguir siete octavos de final de Grand Slam consecutiv­os. Pero ¿quién lo tiene todo? «Intento no darle importanci­a porque los récords que quiero batir son los que está batiendo Novak Djokovic. Estos son los objetivos que me he marcado para mi carrera. Quitárselo­s a leyendas como Borg siempre es algo bueno, pero si les das demasiado valor, puede jugar en tu contra», advierte. Mañana tiene otro reto: Miomir Kecmanovic, 24 años y 60 del mundo. En el único precedente ganó Alcaraz en cuartos de Miami de 2022 por un reñido 6-7 (5), 6-3 y 7-6 (5).

 ?? ?? Alcaraz, durante su partido ante Shang, ayer en Melbourne // EP
Alcaraz, durante su partido ante Shang, ayer en Melbourne // EP
 ?? ?? Carlos Sainz y Lucas Cruz, ayer en Madrid // GUILLERMO NAVARRO
Carlos Sainz y Lucas Cruz, ayer en Madrid // GUILLERMO NAVARRO

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain