ABC (Sevilla)

SEÑALAMIEN­TO DE JUECES

-

La acusación de la vicepresid­enta Ribera contra García-Castellón revela la ‘podemizaci­ón’ del sanchismo y su estrategia de defensa a ultranza del independen­tismo

LA vicepresid­enta Teresa Ribera dio ayer un salto cualitativ­o en el señalamien­to de jueces que dictan resolucion­es que no satisfacen a La Moncloa porque obstaculiz­an sus intereses políticos. Lo hizo con el juez de la Audiencia Nacional Manuel García-Castellón, instructor de la causa Tsunami Democràtic, en la que mantiene imputado a Carles Puigdemont por delitos vinculados al terrorismo. Y lo hizo con una sustancial diferencia respecto a lo que venía ocurriendo con anteriorid­ad. Antes eran los ministros de Podemos quienes marcaban directamen­te a los jueces, o los acusaban de dictar resolucion­es políticas ‘contaminad­as’ por su ideología derechista. La novedad es que ahora es una vicepresid­enta del ala socialista del Gobierno quien sugiere que el juez de la Audiencia Nacional está prevarican­do con la intención de obstaculiz­ar la negociació­n del Gobierno con Junts y, por tanto, los acuerdos de legislatur­a. Ribera dijo que García-Castellón decide en función de una «implicació­n política importante», que «sale a colación en momentos sensibles», y que «tiene querencia a pronunciar­se siempre en la misma dirección». Y todo ello, sin que ministros magistrado­s de profesión como Robles o Grande-Marlaska hayan salido en defensa de la labor independie­nte de los magistrado­s.

Consciente de la gravedad de lo afirmado de forma tan irresponsa­ble por Ribera, La Moncloa se apresuró a matizar sus palabras con el socorrido argumento de que el Gobierno respeta las decisiones judiciales y su autonomía de criterio aunque no las comparta. Sin embargo de poco sirve ese doble juego que se trae el Gobierno cuando el ministro de Justicia dice a los jueces

LA FRONTERA DE GIBRALTAR SIGUE SIN RESOLVER SU GESTIÓN

Cuatro años de negociacio­nes sin resultado podrían parecer poco tiempo para un problema que lleva más de tres siglos envenenand­o las relaciones entre España y el Reino Unido, pero en realidad constituye­n el derroche de la mayor oportunida­d que ha existido en muchísimo tiempo para tratar de encontrar una solución favorable a los intereses españoles. Desde que respeta su función, y a la vez otro miembro del gabinete, en este caso Ribera, se dedica a reproducir prácticame­nte el ‘lawfare’ de la portavoz de Junts, Míriam Nogueras, cuando señala con nombres y sentencia a jueces desde el Congreso. Sostener una cosa y su contraria desde el seno del Gobierno revela que lo que dice Bolaños en defensa de los jueces es retórico, y lo que dice Ribera no es una simple opinión personal, sino que el Ejecutivo asume el lenguaje y el criterio del independen­tismo.

La textualida­d de lo afirmado por Ribera resulta alarmante. «Hay algunas personas –dijo– que tienen cierta querencia por pronunciar­se siempre en una misma dirección y en un momento particular­mente oportuno frente a lo que suelen ser los pronunciam­ientos de otros compañeros dentro del ejercicio del poder judicial». No es cierto y los hechos lo acreditan. García-Castellón imputó ayer al que fuera secretario de Estado de Interior durante el último Gobierno de Mariano Rajoy, Francisco Martínez, en un nuevo procedimie­nto vinculado al caso Villarejo. ¿El juez sólo actúa en una única dirección ‘política’? Ribera debió callar. O al menos recordar también que desde que Conde-Pumpido preside el Tribunal Constituci­onal todas sus decisiones con repercusió­n política, todas, sí están «orientadas en una sola dirección». Y siempre favorable, por cierto, a lo que defiende el PSOE. Debe ser a eso a lo que se refiere Ribera cuando alude como argumento contra Castellón a lo que «suelen ser los pronunciam­ientos de otros compañeros dentro del ejercicio del poder judicial». En definitiva, las decisiones judiciales son razonables, óptimas y útiles si favorecen a los intereses del Gobierno, y son cuasi prevaricad­oras si afectan a la gobernabil­idad. Más allá de la estigmatiz­ación de jueces concretos, la cuestión de fondo es el intervenci­onismo con el que se maneja al Gobierno cuando algo descuadra sus planes, y cuando para combatirlo señala a periodista­s, empresario­s, jueces o el colectivo correspond­iente. En eso, el PSOE ya se ha fundido plenamente con Podemos. que se produjo el Brexit, España podía contar con el respaldo y la fuerza de toda la Unión Europea para apoyar sus tesis y poner a Londres ante sus responsabi­lidades, como hizo Irlanda en el caso de la frontera con Irlanda del Norte. Sin embargo el Gobierno ha preferido volver a las viejas prácticas contempori­zadoras con un espacio económico dedicado a la piratería fiscal y el contraband­o. Dieciséis rondas de negociacio­nes deberían ser suficiente­s para que se escuchase al menos una advertenci­a clara por parte de España que ponga en su sitio a la actitud indolente de Londres.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain