El Barça sufre para ganar
▸ Un golazo de Álvaro Gómez puso un nudo en la garganta culé, que tuvo que esforzarse para pasar
Partido otra vez al límite de un Barça abusado por la mala fe de su presidente, el cinismo de sus jugadores y un entrenador que no sirve. Con todo destruido nada es predecible y a la vuelta de cualquier esquina puede desencadenarse la debacle. Anoche esta esquina era el Unionistas de Salamanca, nombre que por cierto nos tuvimos que aprender, dicho sea con todo el respeto pero para dar una idea de la fragilidad de un Barcelona que no conoce en estos momentos rival suficientemente menor para estar seguro de que no va a hacer el estrepitoso ridículo de perder. Se rozó la tragedia en Barbastro, se naufragó en Riad contra el Madrid y la cabeza de Xavi y los últimos cartuchos de Laporta temblaban en el alambre de una eliminatoria de Copa en la que había poco que ganar pero se podía ir todo al traste.
De tanta comedia y tan mal realizada, de tanta pasividad defensiva y tanta torpeza del niño de los guantes, nació el primero de Unionistas, golazo de Álvaro Gómez. Mérito local indiscutible, lo del Barça inenarrable. Rígido, hipnotizado. Xavi intentaba animar a sus jugadores como ajeno al hecho de que él es el artífice del desastre.
«Unionistas es de todos, y no de un millonario», cántico local para celebrar que en menos de una semana, entre socios y aficionados consiguieron los 300.000 euros que costaba el césped natural que exige la Federación. Un orgullo y un honor del que carecen los socios del Barça, que presumen mucho de ser propietarios del club pero hace décadas que son incapaces de pagar los gastos. Al filo del descanso, una asistencia de gran calidad de Joao Félix habilitó a Ferran para el empate. Sin más que reseñar acabó una primera parte en que fue superior Unionistas.
Pau Cubarsí debutó a los 16 años sustituyendo a Christensen, con molestias. Media marcha más en el ataque azulgrana tras el descanso. ‘Media’ significa algo más de lo que había habido hasta entonces pero menos de lo necesario para imponerse. En busca de tal cosa, Xavi dio entrada a tres titulares indiscutibles: Lewandowski, Pedri y Gundogan en sustitución de Marc Guiu, Fermín y –ojo– Joao Félix. Empezaba, o esta era la idea de Xavi, un partido nuevo. El ritmo no mejoraba, Cubarsí respondía con imprecisiones a la confianza, Unionistas no parecía sufrir demasiado aunque tampoco proponía nada, pero en otro ataque plano del Barça Koundé se hartó de no jugar a nada y probó fortuna con un gran disparo desde fuera del área con el que adelantó a su equipo. Golazo del central, la eliminatoria por primera vez se ponía de cara. Sin solución de continuidad y sin ayuda de nadie, Balde marcó el tercero y lo celebró con la furia de quien tanto necesita reivindicarse.
A partir de ahí la afición menguó, a Unionistas le salió el cansancio por desgaste –aunque hay que reconocerle que nunca bajó los brazos– y el Barça administró su ventaja. Xavi le dio diez minutos a Víctor Roque, que entró por Ferran. Nada que resaltar y cuando digo nada, es nada. Victoria obvia pero que no toda la tarde pudo darse por descontada. Cumplido el trámite hay que decir que jugando así no se va a ninguna parte.
«¿Xavi? Somos nosotros los que jugamos. Hay que reaccionar»