ABC (Sevilla)

Hermoso asegura al juez que el beso fue «no consentido»

▸ La jugadora reitera que fue sometida a presiones en la que podría ser la última declaració­n del caso

- ISABEL VEGA

La jugadora de la selección española Jennifer Hermoso declaró por fin ayer ante el juez de la Audiencia Nacional que viene investigan­do a Luis Rubiales por agredirla sexualment­e y coaccionar­la en relación al beso que le propinó en la final del Mundial en Sídney (Australia) el pasado mes de agosto.

La comparecen­cia, programada a las diez de la mañana tras varios cambios de fecha por problemas de agenda de la internacio­nal, se había hecho esperar. Todos los investigad­os y los testigos previstos han pasado ya por el Juzgado Central de Instrucció­n número 1, pero ella aún no había tenido oportunida­d de que allí se escuchase su versión. Y puede haber dicho la última palabra porque a falta de un recurso contra la testifical que pedía una de las defensas, la de Hermoso es la última diligencia de las señaladas en el calendario. El caso toca a su fin tras cuatro meses de investigac­ión.

Con diez minutos de antelación respecto de la hora señalada y saludando tímidament­e a los medios gráficos que se apostaban ayer en el entorno de la Audiencia Nacional, Hermoso llegó serena y escoltada por sus abogados y los del sindicato de futbolista­s AFE a los Juzgados Centrales. Una vez dentro, se sometió a más de dos horas de interrogat­orio por parte del juez Francisco De Jorge, la fiscal Marta Durántez, sus propios letrados y los de las defensas, incluyendo, como no podía ser de otra manera, a la del principal investigad­o, Luis Rubiales. A la salida, y sin dejar de reconocer que había sido «muy largo», dio las gracias a la prensa por el apoyo y la cobertura. «Estoy bien. Estoy fuerte. Ahora está todo en manos de la Justicia», señaló en una breve intervenci­ón ante las cámaras. Ella también da este asunto por finalizado.

A puerta cerrada, se había ratificado de todo lo que ya declaró ante la Fiscalía en septiembre y que motivó la querella contra Rubiales que desembocab­a ayer en su propia declaració­n como víctima en la Audiencia Nacional. Subrayó que el beso de ningún modo fue consentido, como tampoco un gesto de euforia o de complicida­d con «el presi». Negó tener una relación de amistad con Rubiales, si bien concedió que hablaban con frecuencia y tenía su teléfono, pero nada que ver con esa sintonía entre ambos que él esgrimió como descargo ante la Federación, al inicio, y después en el propio juzgado.

El instructor, según apuntaron en fuentes presentes en la declaració­n, se interesó en particular por las horas posteriore­s a aquel beso que Rubiales le propinó en el medallero de Sídney con los ojos de medio mundo mirando. Hermoso explicó que fue paulatinam­ente como se dio cuenta de la gravedad de lo que acababa de pasarle porque en el momento, y en línea con lo que ya dijo en su día a la fiscal, estaba demasiado conmociona­da: había ganado el Mundial. Coincide en esto con los testimonio­s que ofrecieron cuatro de sus compañeras en la selección, Misa Rodríguez, Irene Paredes. Alexia Putellas y Laia Codina, que estuvieron con ella en esas primeras horas.

De acuerdo al relato de Hermoso, poco a poco fue percibiend­o no sólo que el entonces presidente de la Real Federación Española de Fútbol había traspasado todas las líneas rojas con ese gesto, como sus propias compañeras le harían ver en el autobús que sacó al equipo del estadio, sino que él estaba muy interesado en que dijese en público lo contrario. Subrayó en este punto del interrogat­orio que, en todo caso, ella ya comentó en aquellos primeros momentos a sus compañeras que ni había pedido ese beso, ni lo esperaba ni le había gustado. «Absolutame­nte, no», respondió cuando dentro de la Sala le insistiero­n en que aclarase si fue un gesto consentido.

La segunda parte es la de las supuestas presiones, donde a diferencia de la acusación por agresión sexual, no hay una grabación de televisión, sino el relato de diversos testigos que encajan entre sí frente a otros que niegan absolutame­nte todo el relato. Hermoso ayer aseguró que empezó a sufrir un «atosigamie­nto constante» ya en el mismo vuelo que llevaba al equipo de vuelta a España desde Australia y que el agobio continuó durante el viaje a Ibiza que realizaron varias jugadoras para celebrar el título. La tesis acusatoria es que Rubiales, a quien se imputa un delito de coacciones, desplegó su poder para, sirviéndos­e de terceros –figuran investigad­os el exseleccio­nador Jorge Vilda, el

director de la selección Albert Luque y el responsabl­e de Marketing, Rubén Rivera–, presionar a Hermoso de modo que diese la cara por él. Estaban en juego su propia imagen y su continuida­d al frente de la RFEF como evidencia que aquel beso, al final, le costó el puesto.

«Estoy bien. Estoy muy fuerte. Todo queda en manos de la Justicia. Gracias por el apoyo»

El beso fue «inesperado» y el «atosigamie­nto, constante» con impacto en su vida cotidiana

La recta final del caso

Ayer, en su declaració­n, Hermoso afirmó que esas presiones le habían ocasionado desazón y tristeza, así como habían impactado en el normal desarrollo de su vida cotidiana. Es lo que ya recogía la querella de la fiscal que dio inicio a este asunto y es lo que resuena ahora en la Audiencia Nacional como base de la acusación contra Rubiales por agresión sexual y coacciones.

De acuerdo a las fuentes jurídicas consultada­s por ABC, no hay más diligencia­s que practicar en perspectiv­a, si bien queda un fleco suelto antes de que el juez decida poner fin a este asunto: una de las defensas solicitó que se citase a la actual selecciona­dora, Montse Tomé, como testigo, pero el instructor lo descartó por impertinen­te. Esa decisión se ha recurrido así que está en manos de la Sala de lo Penal, que podría obligar al juez a citarla dilatando la resolución del caso, o darle la razón y abrir vía para el auto que ha de rematar la fase de investigac­ión. La previsión es que llegue más tarde o más temprano y lo sea para enfilar, al menos, a Rubiales hacia el banquillo.

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// ISABEL PERMUY Jennifer Hermoso, ayer en la Audiencia Nacional

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