ABC (Sevilla)

¡No tiren la tuneladora!

Podrían hacer una escultura alegórica de una mano con todos los dedos cerrados menos el corazón

- MANUEL CONTRERAS

NO vayan a tirar la tuneladora, hombre. Ahora que ya se ha decidido hacer un puente sobre el Guadalquiv­ir para ahorrarse unos milloncejo­s y así poder pagar a los socios de gobierno parte de lo que se le ha prometido, sean al menos imaginativ­os para dar salida a ese armatoste de más de 50 millones de euros que lleva años cogiendo polvo bajo una carpa con aire acondicion­ado en Coria del Río. Sabido es que no se puede reutilizar, porque estaba diseñada exprofeso para un modelo concreto de túnel y para un suelo determinad­o, por lo que la vía de venderla en wallapop queda descartada. Se habló, y se recibieron ofertas, para colocarla en el mercado de los chatarrero­s, vendiendo al peso tecnología punta pagada a precio de oro, pero qué diablos, ya que los contribuye­ntes pagamos una buena porrada de millones de euros –con el proyecto, los trabajos previos o el mantenimie­nto, más de cien ‘ kilos’– los del Ministerio tienen la obligación moral de proponer una solución imaginativ­a para poner un colofón a la opereta de la SE-40 que esté a la altura del ridículo cometido.

Se me ocurre, por ejemplo, fundir los hierros de la máquina y hacer diez millones de medallitas con la leyenda ‘¡Haber nacido en Cataluña, pringao!’, para entregar una a cada andaluz. Se podrían hacer llegar en unos sobres muy señoriales con el escudo ministeria­l y uno de esos eslóganes que tanto gustan a Pedro Sánchez, tipo ‘La España que quieres’ o ‘Juntos salimos más fuertes’, total, puestos a reírse de los contribuye­ntes, qué más da. Otra opción que se podría valorar es encargar a un escultor que con ese material realice una escultura simbólica a ubicar junto al futuro puente de la autovía. Se trataría de algo alegórico, como las estatuas de las manos aplaudiend­o que se colocaron en homenaje a los médicos tras la pandemia. En este caso sería única una mano con los dedos cerrados excepto el dedo corazón, que se elevaría majestuoso hacia el cielo del preparque de Doñana. Lo que antes se llamaba hacer la peseta, vaya, un gesto de desprecio que desconozco porqué no se llama ahora hacer el euro. Simbolizar­ía la valoración que hace el Gobierno de la declaració­n de impacto ambiental que hace casi dos décadas advertía del perjuicio que el puente tendría sobre una de las zonas ecológicam­ente más sensible de Europa. Otra opción que le ofrezco al Ministerio es la táctica del chiste del conejo de Gandía: darle una manita de pintura y presentarl­a como la tuneladora de la línea 2 del metro, a sufragar íntegramen­te por el Estado. No la van a hacer jamás, pero bueno, los túneles tampoco y los ciudadanos les siguen votando. Y por último, la idea más razonable y económica: dejarla allí, en el descampado de Coria, como monumento a la ineptitud política, el desprecio a Sevilla y las tragaderas autóctonas.

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