¡No tiren la tuneladora!
Podrían hacer una escultura alegórica de una mano con todos los dedos cerrados menos el corazón
NO vayan a tirar la tuneladora, hombre. Ahora que ya se ha decidido hacer un puente sobre el Guadalquivir para ahorrarse unos milloncejos y así poder pagar a los socios de gobierno parte de lo que se le ha prometido, sean al menos imaginativos para dar salida a ese armatoste de más de 50 millones de euros que lleva años cogiendo polvo bajo una carpa con aire acondicionado en Coria del Río. Sabido es que no se puede reutilizar, porque estaba diseñada exprofeso para un modelo concreto de túnel y para un suelo determinado, por lo que la vía de venderla en wallapop queda descartada. Se habló, y se recibieron ofertas, para colocarla en el mercado de los chatarreros, vendiendo al peso tecnología punta pagada a precio de oro, pero qué diablos, ya que los contribuyentes pagamos una buena porrada de millones de euros –con el proyecto, los trabajos previos o el mantenimiento, más de cien ‘ kilos’– los del Ministerio tienen la obligación moral de proponer una solución imaginativa para poner un colofón a la opereta de la SE-40 que esté a la altura del ridículo cometido.
Se me ocurre, por ejemplo, fundir los hierros de la máquina y hacer diez millones de medallitas con la leyenda ‘¡Haber nacido en Cataluña, pringao!’, para entregar una a cada andaluz. Se podrían hacer llegar en unos sobres muy señoriales con el escudo ministerial y uno de esos eslóganes que tanto gustan a Pedro Sánchez, tipo ‘La España que quieres’ o ‘Juntos salimos más fuertes’, total, puestos a reírse de los contribuyentes, qué más da. Otra opción que se podría valorar es encargar a un escultor que con ese material realice una escultura simbólica a ubicar junto al futuro puente de la autovía. Se trataría de algo alegórico, como las estatuas de las manos aplaudiendo que se colocaron en homenaje a los médicos tras la pandemia. En este caso sería única una mano con los dedos cerrados excepto el dedo corazón, que se elevaría majestuoso hacia el cielo del preparque de Doñana. Lo que antes se llamaba hacer la peseta, vaya, un gesto de desprecio que desconozco porqué no se llama ahora hacer el euro. Simbolizaría la valoración que hace el Gobierno de la declaración de impacto ambiental que hace casi dos décadas advertía del perjuicio que el puente tendría sobre una de las zonas ecológicamente más sensible de Europa. Otra opción que le ofrezco al Ministerio es la táctica del chiste del conejo de Gandía: darle una manita de pintura y presentarla como la tuneladora de la línea 2 del metro, a sufragar íntegramente por el Estado. No la van a hacer jamás, pero bueno, los túneles tampoco y los ciudadanos les siguen votando. Y por último, la idea más razonable y económica: dejarla allí, en el descampado de Coria, como monumento a la ineptitud política, el desprecio a Sevilla y las tragaderas autóctonas.