«Quererte ha sido fácil. Olvidarte, imposible. Gracias por tanto»
por tanto. Le doy las gracias a Dios por elegirte para mí, como madre. Por enseñarme a ser generosa y solidaria. De ti aprendí a que había que ayudar a los más necesitados, cuando te vi liderando campañas de Manos Unidas. De ti aprendí a que había que ayudar y cuidar de nuestros mayores, cuando te veía ir muchas tardes a la residencia de mayores, que entonces estaba en la calle Rafael Oropesa, para colaborar en lo que se necesitase. Mamá, de ti aprendí que en el matrimonio lo más importante es el respeto mutuo, la comprensión y la admiración por tu pareja. De ti aprendí que los hijos, sean como sean y actúen como actúen, son lo más preciado de la vida de una madre. Mamá, de ti aprendí que a los hermanos se les quiere, con toda el alma y el corazón. De ti aprendí que los amigos pueden convertirse en familia y merece la pena buscar ocasiones para vivirlas y celebrarlas con ellos. De ti aprendí a querer a nuestra Virgen de las Angustias, a venerar al Santísimo Cristo del Buen Fin y a tener como ejemplos de vida cristiana, la de sus apóstoles Santiago y San Juan. Mamá, de ti aprendí que la fe en Dios nos salva y nos ayuda a afrontar cualquier momento que la vida te ponga por delante. Te pido perdón por todas aquellas veces en las que te fallé como hija.
Hoy ya estás junto a tu Matías y a tu Dolores, y abuelo Pepe y abuela María Josefa, y seguro que tus amigos de ‘Los Mismos’, que ya gozan de la vida eterna, te habrán recibido con los brazos abiertos.
Descansa en paz, MAMÁ. Nosotros aquí cuidaremos de papá. ¡Te Quiero!