El palco de Sevilla se rebela Los cuatro equipos presidenciales de la Maestranza de la asociación nacional
El revuelo que ha despertado el reciente congreso de la asociación nacional de residentes taurinos y sus conclusiones –imponer un tercer puyazo en cada lidia, recelar de todos los ganaderos como supuestos cómplices del fraude en la manipulación de las astas, incrementar las sanciones a los actuantes y limitar el número de los indultos– no sólo ha indignado a buena parte de la afición, sino que también ha alzado en armas a muchos de quienes hasta no hace muchas fechas eran sus propios socios: los presidentes. Y más concretamente a los cuatro equipos presidenciales de la Real Maestranza de Sevilla, quienes, con sus aciertos y sus errores, están caracterizados por ser de mecha larga. ¿Qué barbaridades habrán escuchado de sus excolegas para salir del hermetismo habitual?
Los cuatro presidentes que en la actualidad se suben al palco de la Maestranza –Gabriel Fernández Rey, Fernando Fernández Figueroa, José Luque Teruel y Macarena de Pablo Romero– tomaron tiempo antes de este congreso la decisión de desvincularse de un proyecto «radicalizado» para fundar un nueva agrupación en la que estén integrados «los grandes presidentes de España». «En la Asociación no hay presidentes de plazas de primera y de segunda categoría, sólo tienen de plazas de tercera y portátiles. Todos los presidentes en activo estamos en la Unión». Lo explica José Luque Teruel, que ejerce como líder de esta nueva Unión de Presidentes de Plazas de Toros de España (UPTE) en la que también habrá un congreso sectorial, enfocado, en el territorio hispalense, a retroalimentarse de los deseos de aficionados y abonados.
Los fundadores de esta nueva unión de presidentes también interpretaron las conclusiones de la agrupación primigenia como una especie de declaración de guerra contra quienes no comulgan con sus ideales, tan desfasados como peligrosamente fanáticos. Luque Teruel, hijo del histórico subalterno y apoderado Andrés Luque Gago y hermano del actual alcaide del Real Alcázar de Sevilla, lo tiene claro: «Un presidente debe ser imparcial, aunque en décimas de segundo debe tener el acierto de ejercer una autoridad equilibrada, sin autoritarismos absurdos». Como juez-magistrado en ejercicio sabe perfectamente de lo que habla, aunque advierte una cualidad mayor: «Ser buen aficionado».
Esta temporada venidera cumplirá diez años como representante de la autoridad en el sanctasanctorum del toreo. Su paso por la Maestranza no ha estado exento de polémica, así como de momentos para la historia: indultó a Cobradiezmos y Orgullito y le concedió las cuatro orejas a Pablo Aguado y el rabo a Morante de la Puebla. «Muchos me atacan porque en su día dije que me gustaría dar un rabo en la Maestranza, como si ese no fuese el sueño de todo aficionado». Reconoce que aún tiene una ilusión por cumplir: «Una corrida que termine con los tres toreros por la Puerta del Príncipe». «Conste que eso no es ser triunfalista, sino buen aficionado». Volviendo a las conclusiones de la Asociación Nacional de Presidentes de Plazas de Toros de España, Luque Teruel advierte que las propuestas que sus excompañeros de agrupación enviarán al Ministerio de Cultura «van contra ciertos derechos básicos de los intervinientes en el espectáculo y contra el principio constitucional de libertad de empresa, lo cual no es admisible en la sociedad actual». Como ya se denunció desde esta tribuna hace una semana, José Luque Teruel critica la labor fiscalizadora que pretenden imponer en las fincas ganaderas, así como el endurecimiento de las sanciones, lo que parece tratar de recuperar aquellos tiempos de toreros en el calabozo.
Lamenta que detrás de algunas de estas propuestas está «la creencia que algunos malos aficionados tienen de que el taurino siempre es un infractor y que hay un fraude generalizado en el espectáculo. Por eso no han oído ni a toreros ni a empresarios ni a ganaderos. El presidente, como autoridad, no puede estar contra el sector y tener una visión distorsionada».
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