Zócalo Monclova

CARTA A MI HIJO

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Estas palabras son consejos de un padre a su hijo y están inspiradas en la Biblia, la cual contiene toda la sabiduría, la ciencia, inteligenc­ia y el amor de Dios.

“Hijo mío, atiende la instrucció­n de tu padre y no abandones la enseñanza de tu madre, pues serán para ti un bello adorno: como un collar o una corona.

Si los pecadores quieren engañarte, ¡no se lo permitas, hijo mío!

Tal vez te digan: “Ven con nosotros; por capricho tenderemos una trampa para matar a algún inocente cuando pase. Nos tragaremos vivos a los hombres honrados como se traga la muerte a quienes caen en el sepulcro.

Tendremos toda clase de riquezas, ¡llenaremos nuestras casas con todo lo robado!

Ven y comparte tu suerte con nosotros, y comparte también nuestro fondo común.

¡Pero no vayas con ellos, hijo mío! Aléjate de sus malos caminos, pues tienen prisa por hacer lo malo; ¡tienen prisa por derramar sangre!

Aunque no vale la pena tender una trampa si los pájaros pueden verla, esos hombres se tienden la trampa a sí mismos y ponen su vida en peligro.

Tal es el final de los ambiciosos: su propia ambición los mata.

Haz tuyas mis palabras, hijo mío; guarda en tu mente mis mandamient­os.

Presta oído a la sabiduría; entrega tu mente a la inteligenc­ia. Pide con todas tus fuerzas inteligenc­ia y buen juicio; entrégate por completo a buscarlos, cual si buscaras plata o un tesoro escondido. Entonces sabrás lo que es honrar al Señor; ¡descubrirá­s lo que es conocer a Dios!

Pues el Señor es quien da la sabiduría; la ciencia y el conocimien­to brotan de sus labios.

El Señor da su ayuda y protección a los que viven rectamente y sin tacha; cuida de los que se conducen con justicia, y protege a los que le son fieles.

Sabrás también lo que es recto y justo, y estarás atento a todo lo bueno, pues tu mente obtendrá sabiduría y probarás la dulzura del saber.

La discreción y la inteligenc­ia serán tus constantes protectora­s; ellas te libraran del mal camino y de los hombres perversos, de los que dejan el buen camino y se van por senderos oscuros, que se divierten haciendo daño y festejan sus malas acciones, que andan por caminos torcidos y se han desviado del recto sendero.

Te librarán también de la mujer ajena, de la extraña de palabras seductoras que abandona al compañero de su juventud y olvida su compromiso con Dios.

Tomar el camino que lleva a la casa de ella es tomar el camino que lleva a la muerte; los que entran en su casa ya no vuelven, jamás vuelven a recorrer el camino del sendero de la vida.

Anda, pues, por el buen camino, y practica la conducta de los justos.

Porque los que viven rectamente y sin tacha vivirán para siempre en la tierra; pero los malvados y traidores serán arrancados y expulsados de ella.

No olvides mis enseñanzas, hijo mío; guarda en tu memoria mis mandamient­os, y tendrás una vida larga y llena de felicidad.

No abandones nunca el amor y la verdad; llévalos contigo como un collar. Grábatelos en la mente, y tendrás el favor y el aprecio de Dios y de los hombres.

Confía de todo corazón en el Señor y no en tu propia inteligenc­ia. Ten presente al Señor en todo lo que hagas, y el te llevara por el camino recto.

No te creas demasiado sabio; honra al Señor y apártate del mal: ¡esa es la mejor medicina para fortalecer tu cuerpo!

Honra al Señor con tus riquezas y con los primeros frutos de tus cosechas; así se llenarán a reventar tus graneros y tus depósitos de vino.

No rechaces, hijo mío, la corrección del Señor, ni te disgustes por sus reprension­es; porque el Señor corrige a quien él ama, como un padre corrige a su hijo favorito.

Dichoso el que encuentra la sabiduría, el que obtiene inteligenc­ia; porque son más provechosa­s que la plata y rinden mayores beneficios que el oro.

Conserva siempre el buen juicio, hijo mío, y no pierdas de vista la discreción, pues serán para ti fuente de vida y te adornarán como un collar.

Podrás andar confiado por el camino y jamás tropezarás. Cuando descanses, no tendrás que temer; cuando te acuestes, dormirás tranquilo. No temerás a los peligros repentinos ni a la ruina que vendrá sobre los malvados, porque el Señor te infundirá confianza y evitará que caigas en la trampa.

Nunca niegues un favor a quien te lo pida, cuando en tu mano esté el hacerlo.

No dejes para mañana la ayuda que puedas dar hoy.

No hagas planes perversos contra el que vive confiado en ti. No busques pelea con nadie, si nadie te ha hecho daño.

No envidies al desalmado ni trates de imitar su conducta; porque al Señor le repugnan los malvados, pero a los buenos les brinda su confianza.

El Señor maldice la casa del malvado, pero bendice el hogar del hombre justo.

El Señor se burla de los burlones, pero trata con bondad a los humildes. La honra es el premio de los sabios, pero los necios se destacan por su deshonra.

Atiende bien, hijo mío, y aprende; procura seguir el buen camino. No te juntes con los borrachos ni con los que comen demasiado, pues los borrachos y los glotones acaban en la tuina, y los perezosos se visten de harapos.

Atiende a tu padre, que te engendró; no desprecies a tu madre cuando sea anciana.

Compra la verdad y la sabiduría, la instrucció­n y el entendimie­nto, ¡y no los vendas!

El padre del hijo bueno y sabio tiene razón para estar feliz y orgulloso; ¡haz, pues, que tus padres se sientan felices y orgullosos!

¡Hasta pronto! Por: Alma Rosa Sarabia Méndez

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