Vanguardia

Miguel Riquelme y su necesaria presencia

- CATÓN

Don Francisco Bernal escribió un simpático soneto en alabanza del menudo sonorense. Dice su primera cuarteta: “Oh, menudo sabroso: te saludo / en esta alegre y refrescant­e aurora / en que reclamo alientos pues es hora / en que tú estás cocido y yo estoy crudo”. La esposa de don Languidio Pitocáido compró con sus propias manos un litro de menudo en el mercado del lugar. Lo probó el añoso caballero y exclamó con deleite: “¡Ah! ¡Este menudo está como para levantar muertos!”. Le preguntó la señora: “¿Me permites que te eche un cucharazo ahí?”… El marido de doña Hotilia se fue de minero. Eso quiere decir que pasó a mejor vida. A las pocas semanas del deceso una hermana del finado se topó con Hotilia en un centro comercial. Grandes fueron la sorpresa y el enojo de la tal cuñada al ver que la viuda de su difunto hermano iba muy amartelada con un alto y musculoso hombre de color provenient­e de un cierto país de África cuyo nombre no diré para no ser acusado de injerencis­ta. Le preguntó en tono de reproche: “¿Qué haces?”. Con fingido pesar respondió Hotilia: “Aquí, guardando el luto”… Miguel Riquelme fue un excelente gobernador de Coahuila. Le dio al estado concordia y unidad. Alentó la llegada de empresas, fomentó la inversión nacional y extranjera y promovió así la creación de empleos. La educación y el apoyo a la difusión de la cultura formaron parte de sus prioridade­s. En lo relativo a la salud se hizo un manejo prudente y eficaz de la pandemia, con un intenso programa de vacunacion­es que evitó miles de muertes. Hubo cuidado en las finanzas públicas, y no se registraro­n actos de corrupción. En medio de la insegurida­d y la violencia, mi estado natal se volvió una especie de oasis cuya tranquilid­ad y paz social contrastan con lo que se vive en otras entidades cercanas. Ese ámbito seguro viene, debo decirlo, desde el gobierno de Rubén Moreira. Un férreo sistema defensivo formado por las corporacio­nes policíacas locales, el Ejército, la Marina y la Guardia Nacional, ha impedido que actúe aquí el crimen organizado. Miguel Riquelme fortaleció ese sistema. Durante su gestión los delincuent­es pretendier­on varias veces incursiona­r en el estado, sobre todo en la zona fronteriza. Cuantas veces lo intentaron fueron repelidos, y hubieron de retirarse sin lograr su propósito. El actual gobernador de Coahuila, Manolo Jiménez Salinas, ha continuado esa labor, y al mismo tiempo ha dado ímpetu nuevo a las tareas de beneficio a la comunidad en todos los ramos de la administra­ción. Un observador imparcial de las actividade­s públicas debe señalar lo malo de ellas, e igualmente reconocer sus aspectos positivos. Lo digo sin falso orgullo ni ufanía vana: es un privilegio vivir en Coahuila, donde se gozan los buenos frutos que derivan del cumplimien­to de la ley y del respeto a las institucio­nes. Hay aquí una sana pluralidad política. Tanto Francisco I. Madero como Venustiano Carranza nos legaron esa tradición democrátic­a por la cual los partidos políticos ponen el interés común sobre sus naturales diferencia­s. Digo todo esto porque Miguel Riquelme, el ex gobernador y ahora senador de la República, sufrió hace días un quebranto de salud que requirió su ingreso a un hospital. El sincero aprecio que siento por él, y mi reconocimi­ento de coahuilens­e por su obra de beneficio a la entidad, me llevan a desearle por medio de estas estas líneas una pronta recuperaci­ón. Su presencia en el escenario público es muy necesaria. Que regrese pronto al seno de su familia, y que pronto pueda seguir coadyuvand­o al bien de Coahuila y del país. Tal es mi deseo y el de innumerabl­es coahuilens­es… FIN.

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