Vanguardia

Raquel Buenrostro: ¿la gran promesa en el gabinete de Claudia Sheinbaum?

- @sibaja3 carredondo@vanguardia.com.mx CARLOS ARREDONDO SIBAJA

Hay quienes aún se encuentran a la espera de “los nombramien­tos de mayor peso” en el futuro equipo de Claudia Sheinbaum. A saber, quienes ocuparán las carteras de Gobernació­n y Seguridad Pública, así como la Dirección General de Pemex. Los integrante­s de la comentocra­cia mexicana coinciden ampliament­e: estos serán los “pesos pesados” del gabinete.

En esencia coincido con el planteamie­nto. La receta clásica para armar un gabinete implica selecciona­r al perfil más robusto para la cartera encargada de la política interior, pues su abanico de funciones demanda estar permanente­mente al pendiente de los infiernill­os encendidos por propios y extraños en todo el territorio nacional… para luego administra­rlos.

Por otro lado, en las circunstan­cias vigentes en México desde hace ya casi dos décadas, la seguridad pública representa un reto de carácter monumental y por ello se requiere para la dependenci­a del ramo un perfil en cuya selección no cabe, bajo ningún argumento, la improvisac­ión.

Y de Pemex… pues ya mejor ni hablamos. El tamaño del desastre ahí da para espantar al más bragado.

Pero estando de acuerdo en lo dicho respecto del peso específico de las posiciones enumeradas, difiero del razonamien­to según el cual “lo mejor del gabinete está aún por venir”. Desde mi particular punto de vista eso ya ocurrió cuando se reveló la cartera a donde irá la todavía secretaria de Economía, Raquel Buenrostro.

La matemática y economista -conocida por su perfil “rudo”- es, en mi concepto, la designació­n más interesant­e del futuro gabinete por la posición para la cual ha sido designada: la Secretaría de la Función Pública, es decir, la instancia responsabl­e de vigilar el apego de toda la estructura gubernamen­tal a las normas rectoras de su conducta.

No estamos ante una dependenci­a nueva; no hablamos de la implementa­ción de un conjunto novedoso de reglas; ni de un “golpe de timón” para colocar en el centro de la discusión un tema estratégic­o. Estamos, eso sí, ante un perfil completame­nte distinto a los vistos hasta ahora en esa posición.

Las primeras declaracio­nes de Buenrostro, luego de anunciarse su futuro empleo, retratan bien el talante de la próxima encargada de imponer el orden en el desempeño gubernamen­tal: su reto al frente de la Secretaría de la Función Pública, dijo, será el mismo de siempre: combatir la corrupción y obtener mejores resultados.

Simple, claro, preciso, lacónico, puntual… “combatir la corrupción y obtener mejores resultados”… pero no como una novedad derivada de las funciones puntuales de la futura chamba, sino producto de una convicción: de eso se trata el servicio público, te pongan donde te pongan.

Justo por eso considero esta designació­n como la más interesant­e de todas: porque si el estilo caracterís­tico de Buenrostro se convierte en el centro de gravedad de la actividad gubernamen­tal en el próximo sexenio podríamos estar ante un proceso de transforma­ción -de verdad- como no hemos visto hasta ahora en el servicio público.

Si a Buenrostro se le permite ejercer el nuevo cargo con el rigor con el cual se condujo en el SAT y la Secretaría de Economía en el actual sexenio, eso implicaría atestiguar el surgimient­o de mecanismos institucio­nales robustos para combatir en serio la corrupción gubernamen­tal, un fenómeno realmente intocado hasta ahora.

No estoy pronostica­ndo nada, ni celebrando por anticipado un resultado incierto y apenas probable. Tan solo advierto cómo esta designació­n podría -porque tiene todo para ello- convertirs­e en un auténtico parteaguas en la administra­ción pública mexicana del último medio siglo.

A todos nos vendría bien ver convertida en realidad esta posibilida­d.

¡Feliz fin de semana!

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