Oler libros antiguos tiene sus riesgos
En el encantador universo de las bibliotecas y librerías de antigüedades, los amantes de los libros a menudo se encuentran irresistiblemente atraídos por el aroma evocador de las páginas antiguas. Esa mezcla única de polvo, tinta y papel viejo puede transportar a los lectores a épocas pasadas, convirtiendo la experiencia de hojear un volumen antiguo en un verdadero viaje en el tiempo. Sin embargo, detrás de este encanto nostálgico se esconde un riesgo silencioso para la salud respiratoria.
La práctica de oler libros antiguos, aunque aparentemente inofensiva y romántica, puede conllevar ciertos peligros para la salud. Si bien es cierto que el olor característico de los libros antiguos se debe principalmente a la descomposición química natural de los materiales, también puede estar asociado con la presencia de hongos, bacterias y otros alérgenos que se acumulan en el papel a lo largo del tiempo.
Un estudio realizado por la Biblioteca Nacional de Francia encontró que varios de los libros antiguos examinados albergaban esporas de hongos y otros microorganismos, lo que representa un riesgo para la salud de aquellos que están expuestos a estos libros de manera regular. Las esporas de hongos, en particular, pueden desencadenar reacciones alérgicas, infecciones oculares, de oído, afecciones pulmonares o incluso asma crónico.
Además de los hongos, los libros antiguos también pueden contener polvo y ácaros, otros desencadenantes comunes de alergias y problemas respiratorios. El acto de oler o manipular estos libros puede liberar estas partículas en el aire, aumentando el riesgo de inhalación y exposición.