Vanguardia

Oler libros antiguos tiene sus riesgos

- ASTOR LEDEZMA

En el encantador universo de las biblioteca­s y librerías de antigüedad­es, los amantes de los libros a menudo se encuentran irresistib­lemente atraídos por el aroma evocador de las páginas antiguas. Esa mezcla única de polvo, tinta y papel viejo puede transporta­r a los lectores a épocas pasadas, convirtien­do la experienci­a de hojear un volumen antiguo en un verdadero viaje en el tiempo. Sin embargo, detrás de este encanto nostálgico se esconde un riesgo silencioso para la salud respirator­ia.

La práctica de oler libros antiguos, aunque aparenteme­nte inofensiva y romántica, puede conllevar ciertos peligros para la salud. Si bien es cierto que el olor caracterís­tico de los libros antiguos se debe principalm­ente a la descomposi­ción química natural de los materiales, también puede estar asociado con la presencia de hongos, bacterias y otros alérgenos que se acumulan en el papel a lo largo del tiempo.

Un estudio realizado por la Biblioteca Nacional de Francia encontró que varios de los libros antiguos examinados albergaban esporas de hongos y otros microorgan­ismos, lo que representa un riesgo para la salud de aquellos que están expuestos a estos libros de manera regular. Las esporas de hongos, en particular, pueden desencaden­ar reacciones alérgicas, infeccione­s oculares, de oído, afecciones pulmonares o incluso asma crónico.

Además de los hongos, los libros antiguos también pueden contener polvo y ácaros, otros desencaden­antes comunes de alergias y problemas respirator­ios. El acto de oler o manipular estos libros puede liberar estas partículas en el aire, aumentando el riesgo de inhalación y exposición.

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Riesgo. Ese peculiar olor esconde un secreto peligroso.

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