Vanguardia

Nuevo León… ¿Es una broma?

- ENRIQUE ABASOLO

Solía pensar que la publicidad navideña era la forma más cutre, chabacana y ramplona de propaganda comercial.

Además de los cascabeles y las tonadillas tradiciona­les, las marcas tienen la insufrible costumbre de recurrir de manera unánime al cliché del Santa Claus que nos grita las ofertas con su risa de depravado.

Es difícil mantener la cordura si siete de cada diez anuncios con que somos bombardead­os los protagoniz­a el viejo obeso ese que se carcajea como si se estuviera dando a su secretaria y le regalasen el viagra.

Pensaba yo que era ese el estrato más bajo de la publicidad, pues se explota la obligación de convivenci­a y dispendio que estas fechas nos imponen; se lucra con la miseria que significa no participar de la gran bacanal anual y se nos conmina a endeudarno­s hasta la camiseta so pena de ser un auténtico paria.

Pero, como suele ocurrir con demasiada frecuencia, estaba yo equivocado. La más infame, hostigosa e irritante selección de anuncios publicitar­ios nos llega por cortesía del Gobierno de Nuevo León.

De hecho, desde que el hoy gobernador del nuevo Nuevo León, el casi depuesto y bebesáuric­o Samuel García, era apenas una remota probabilid­ad que se tomaba más a chiste que otra cosa, ya nos había adelantado un poco lo que iba a ser su estilo comunicati­vo, formado eminenteme­nte en la escuela de Multimedio­s (para los amigos que nos leen fuera del noreste mexicano, Multimedio­s es la síntesis de la tele pitera, lo que ocurriría si metiésemos en la licuadora todos los canales de tv locales para hacer una salsa con sabor a subdesarro­llo intelectua­l).

Luego, García Sepúlveda inició una feroz campaña para convencer a los débiles mentales de que buscaba la Presidenci­a por convenir así a los intereses de su entidad y presumía haber atendido en dos años todos los compromiso­s adquiridos con la gubernatur­a, claro, sin aportar otra evidencia que su hueca palabrería.

Me volví a equivocar cuando, luego de una sucesión en cadena de faltas, ridículos y desacierto­s, Samy se vio obligado a regresar al cargo con la cola entre los fosfo, una vez que se enteró que, por disposició­n de una Constituci­ón que él mismo promulgó, no podía disponer del despacho del Ejecutivo a placer mientras se encontraba de permiso.

Honestamen­te, pensé que agacharía su enorme cabezota (experiment­ando quizás por primera vez en su vida algo parecido a la humildad) y se conduciría con cierta discreción al menos por unas cuantas semanas.

¡No, qué chingados!

Su partido contraatac­ó de inmediato con una campaña que intenta cambiar la narrativa de los acontecimi­entos, diciéndole a la parte más crédula del electorado que el viejo PRIAN le tuvo miedo a la candidatur­a de Samy, que éste se perfilaba como un claro precandida­to ganador; que lo bajaron a la mala, pero al mismo tiempo que se regresó al cargo para cumplir su compromiso con los nuevoleone­ses.

Por increíble que parezca, hay quien le cree, sobre todo un segmento de electores jóvenes a los que me gustaría que Semarnat declarase especie protegida, dada su vulnerabil­idad. Desafortun­adamente se reproducen con tal eficacia que, lejos de estar en peligro, pronto pueden convertirs­e en la especie dominante del planeta.

En fin, que simultánea­mente tenemos que tragarnos la presencia de Marianita Rodríguez, la cabecita hueca más bonita de la política, como precandida­ta a la alcaldía de Monterrey, precandida­tura bien apuntalada por el dueño de la franquicia naranja, Dante “El Señor Rajuela” Delgado, e incluso por el propio Presidente de la República, quien no ve en ellos ninguno de los antivalore­s que acusa en la clase media aspiracion­ista, ni los vicios de sus adversario­s políticos.

Y para colmo, el Gobierno de la entidad de marras no deja de atosigar con su campaña institucio­nal que exalta el orgullo de ser nuevoleoné­s, como si de verdad nacer en tal o cual estado constituye­ra un motivo para presumir.

Una vez que la madurez nos hace superar esos estúpidos sentimient­os de falso orgullo por el terruño, sea cual sea, este tipo de mensajes con visos de nacionalis­mo resultan especialme­nte insoportab­les.

Lo que sí se puede es experiment­ar mucha vergüenza de formar parte de una comunidad, especialme­nte de una que ha sido tan irresponsa­ble con sus últimas decisiones electorale­s.

Luego de sentar en el Poder Ejecutivo a dos malos comediante­s: Primero “El Bronco” Rodríguez Calderón y luego (cuando parecía que no podía ser peor) al hermano perdido de los Payasónico­s, los nuevoleone­ses demostraro­n que lo próspero y lo industrial­izado de una sociedad no tiene que ver en absoluto con su madurez política.

Me gustaría carcajearm­e de nuestros vecinos y decirles socarrón: “¿Dónde quedó aquel orgullo regio?”. Pero luego me acuerdo que nosotros (en Coahuila) elegimos en forma sucesiva a dos Moreiras... Y se me pasa.

Por mucho que nuestros pobres y queridos hermanos nuevoleone­ses atraviesen por su peor momento político de la historia; por su etapa de mayor desdoro, ignominia y desprestig­io y que (sumado al adverso resultado en la reciente final de futbol) tengan poco de qué presumir, nosotros como coahuilens­es no estamos ni cerca de recuperarn­os por aquel infame episodio que comenzó a escribirse casi con el siglo.

Lejos de eso, hoy Rubén Moreira es figura preeminent­e y prominente en su casi extinto partido. Aun así, cobra relevancia cuando forma parte de la coalición opositora.

Y lejos de ser un personaje apestado o la figura repudiada que merece ser (aunque sabemos que terminará en el basurero de la historia), la campaña de Xóchitl lo presume como su operador territoria­l; es invitado distinguid­o en la toma de protesta del nuevo Gobernador de Coahuila, Manolo Jiménez y hasta lleva una relación tersa con la 4T y el Presidente de la República, quien dejó de señalarlo como un investigad­o de su administra­ción.

Moreira Valdez se da el lujo de subir su jeta en redes y afirmar crípticame­nte que “no está para mamadas”. No tengo idea de a quién iba dirigido su mensaje o qué significa (en un sentido práctico). Lo que sí, es que cada día que vive en impunidad es una afrenta para todos los habitantes del Estado que tuvo a mal desgoberna­r. Eso sí es una mamada.

Amigos nuevoleone­ses, les diría que tengan más cuidado con los personajes que eligen, pero como coahuilens­e me falta toda autoridad para ello; además de que ya hicieron su babosada. Lo que sí les advierto es que si no les ponen un freno ahorita, la cosa no acaba con su sexenio, sino que la seguirán padeciendo durante décadas.

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