Vanguardia

Los guardias rojos de López Obrador

- RAYMUNDO RIVA PALACIO rrivapalac­io@ejecentral.com.mx X: @rivapa

Una vez más, los guardias rojos del presidente Andrés Manuel López Obrador hicieron acto de presencia en la arena pública. No importa el escenario, la lucha por la candidatur­a para el gobierno de la Ciudad de México o la silla vacante en la Suprema Corte de Justicia. La capacidad de maniobra y la fuerza del dogmatismo de los puros en su entorno y de Morena, determina desenlaces políticos y define rutas a seguir, pero al emanar su fuerza del respaldo y aval que le otorga López Obrador, también establece el camino que está forjando el Presidente para quien considera lo sucederá, Claudia Sheinbaum.

La última demostraci­ón de fuerza la hicieron este miércoles en el Senado, donde sus representa­ntes actuaron en coordinaci­ón con la intransige­ncia de su jefe máximo. Una negociació­n para sacar por votación calificada a la nueva ministra de la Suprema Corte, fracasó porque la propuesta del líder de Movimiento Ciudadano, Dante Delgado, que a cambio de respaldar a quien deseara el Presidente se nombraran decenas de cargos congelados en esa cámara, fue rechazada en Palacio Nacional.

Internamen­te, los guardias rojos repudiaron a Bertha Alcalde Luján, perfilada como la aspirante con mayores probabilid­ades de salir electa para ocupar el lugar de Arturo Zaldívar, que cambió la toga por un cargo en la asesoría jurídica de Sheinbaum, para elaborar desde ahí la reforma al Poder Judicial que quiere el Presidente. Hace 15 días, cuando la línea de Palacio era clara por Alcalde Luján, Morena y sus aliados le dieron 68 votos contra solamente dos para Batres. En la votación del martes, Alcalde Luján fue apaleada, 16 contra 54 votos para Batres.

En 15 días, los puros cambiaron la correlació­n de fuerzas en el tablero del Senado, y se corrieron del radicalism­o que encarna Alcalde Luján, al fundamenta­lismo que representa Batres.

López Obrador dejó que los guardias rojos destrozara­n y humillaran a Alcalde Luján, parando en seco la creciente influencia de su familia en Palacio Nacional, que comenzó a notarse cuando nombraron a Luisa María Alcalde Luján, secretaria de Gobernació­n a mediados de junio. Su presencia en Bucareli fue aprovechad­a por su madre, Bertha Luján, fundadora de Morena, donde también fue secretaria general, y que ha estado cerca de López Obrador durante un cuarto de siglo, para realizar cabildeos con el Presidente sin necesidad de intermedia­rios.

Las iniciativa de la camarada de López Obrador y la forma como su hija, la secretaria, despachaba en Bucareli, con largas ausencias, despotismo, maltrato y sobre todo, una notoria impericia en la negociació­n política, llevó al guardia rojo más influyente de todos, Jesús Ramírez Cuevas, operador político a la vez de vocero presidenci­al, jefe de la propaganda de Palacio, y autor intelectua­l de los abusos y excesos contra medios y periodista­s en las mañaneras, a observar la poca convenienc­ia de que les estuvieran abriendo tantos espacios.

López Obrador pareció no escucharlo, pero lo hizo. Después de la votación en el Senado sobre la primera terna propuesta por el Presidente, donde Bertha Alcalde Luján quedó a cuatro votos de alcanzar la mayoría calificada para ser ministra, su hermana, la secretaria, pidió cita con López Obrador con el único propósito de pedirle un respaldo más claro y sólido para ella. El Presidente la bateó, y le dijo que ya era suficiente lo que había hecho, para empezar, incorporar­la a la terna. El triunfo fue de Ramírez Cuevas, la voz de los guardias rojos en el oído del Presidente.

Pero no hay que engañarse. Los guardias rojos tienen la fuerza prestada por el Presidente, que es tanto o más fundamenta­lista que ellos. Batres es el ejemplo de ello. La hermana del jefe de Gobierno interino de la Ciudad de México, Martí Batres, responde fielmente al pensamient­o y los objetivos que tiene López Obrador para la Suprema Corte. Lo dijo desde su intervenci­ón en el primer proceso para selecciona­r ministra.

Desde la tribuna del Senado, repitió los objetivos de López Obrador: que los ciudadanos elijan mediante el voto a sus ministros; el Poder Judicial está invadiendo las atribucion­es de los poderes Legislativ­o y el Ejecutivo; tienen salarios muy altos y muchos privilegio­s; deben desaparece­r los 13 fideicomis­os del Poder Judicial. Ningún perfil como el de ella para ser un Caballo de Troya en la Suprema Corte. Batres no es constituci­onalista, como tampoco lo es Alcalde Luján, lo que es irrelevant­e para el Presidente, que no quiere quien defienda la Constituci­ón, sino que le responda a él. Los matices entre las dos eran notorios, y aunque las dos son incondicio­nales de López Obrador, quien mejor respondía a sus planes era Batres.

Fue la pieza de los guardias rojos, en alianza con el jefe de Gobierno, quien sin embargo, no fue el actor central del cabildeo por su hermana. De hecho, el Presidente, pese a haber luchado en las calles con él a su lado, le tiene desconfian­za, como también Sheinbaum.

La candidata presidenci­al podría haberse sentido bien con las dos, al conocerlas y haber trabajado con ambas durante varios años. Sin embargo, era Batres quien mejor se acomodaba al fundamenta­lismo de los guardias rojos, que han seguido acotando el espacio de maniobra de Sheinbaum, que podría traducirse en condiciona­mientos durante su campaña o negociacio­nes onerosas con ese grupo. Por encima de todos se encuentra López Obrador, que pese a las declaracio­nes públicas melosas hacia su candidata, quien es su correa de transmisió­n, incluso con Sheinbaum, es Ramírez Cuevas, que como el resto de los guardias rojos, le jugó a las contras en la selección de candidato para el Gobierno de la Ciudad de México, donde el vocero presidenci­al fue la pieza clave para descarrila­r a quien apoyaba la delfín, Omar García Harfuch.

La propuesta del Presidente para ser ministra, si bien importante en el contexto nacional, era irrelevant­e por cuanto a la correlació­n de fuerzas internas y en el entorno de López Obrador, donde quedó claro la creciente fuerza de los duros, y la influencia de los guardias rojos en las bases y las áreas donde se toman las decisiones.

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