Los polkos
La historia es maravillosa, porque su único compromiso es con la verdad. Es fascinante porque nos traslada, con alegría y entusiasmo, a épocas borrascosas de nuestra vida pública.
Es aleccionadora porque nos ilustra acerca de lo que ha sucedido cuando las pasiones se desbordan por los privilegios y los abusos que se quieren perpetuar.
Los polkos de hoy son descendientes directos de los polkos de ayer.
En aquella época (1847), los conservadores animaban a combatir al gobierno en plena invasión del ejército estadounidense.
Los polkos eran llamados así porque estaban a favor del presidente de EEUU James Knox Polk. Aunque otros decían que porque les gustaba bailar polka.
El caso era fastidiar al gobierno que luchaba contra la perversa invasión.
Vestían levita militar ajustada “chacós con placas doradas, botines y guantes de charol. Peinaban de raya en medio o rizos sobre la frente […] las monjas los cubrían de reliquias, dijes, escapularios y amuletos. Su cuartel general era el edificio de la profesa”.
Los polkos de hoy se atrincheran en las célebres redes sociales. Les arde en el alma que haya un gobierno dispuesto a darle su lugar al soberano pueblo de México.
Los corroe la envidia porque nunca podrán ser auténticos servidores de la nación.
¡Son los mismos de ayer! Causando destrozos en la capital para defender al antiguo régimen de los privilegios y los abusos de los que se creen “la divina garza”, de los que se creen soñados.
De los que se creen descendientes de duques y condes, pero que no son más que “virutas que vuelan en el taller de la historia”.
Pero aunque se encabriten los que hoy combaten a un gobierno surgido de la voluntad popular, más les vale saber que la transformación es real y va hacia adelante. ¡llueva, truene o relampaguee!