Reporte Indigo Nacional

Más del Poder Judicial

- Rubén Moreira Diputado Federal @rubenmorei­ravdz

Hay grandes razones para oponerse a la reforma al Poder Judicial: 1) la narrativa del dictamen no correspond­e al resultado que tendrá la supuesta reforma; 2) no es democrátic­a, ni justa, ni prudente; 3) es un riesgo para el Estado mexicano; 4) es inoperante; 5) lesiona el pacto federal; 6) no representa mejorar la calidad de las resolucion­es; 7) es un peligro para la protección de los derechos humanos; y 8) permite la intromisió­n de poderes fácticos.

Cambiar el mecanismo de selección de juzgadores no garantiza la justicia, ni pronta, ni mejor. México es un país con pocos jueces, apenas .33 por cada 100 mil habitantes, y si sumamos a los locales se eleva a poco más de 3. El promedio ideal sería de 18 por cada 100 mil.

Los juzgados están saturados. A nivel local, falta personal y los sueldos son bajos. Además, la reforma no contempla mejorar el Ministerio Público local, el sistema de peritajes, la defensoría de oficio y ejercicio de la abogacía.

Los redactores de la iniciativa no se han percatado de la limitada discrecion­alidad de los jueces. Estos tienen que atender criterios, precedente­s, jurisprude­ncias y tratados internacio­nales.

Incluso, en materia penal, ahora tenemos un sistema que extrema las garantías y sobre todo la presunción de inocencia. No es válido descalific­arlos antes de conocer cómo se construye una resolución.

Es inexacto que con la reforma el ciudadano elegirá a los juzgadores, en todo caso los va a tratar de selecciona­r entre inmensas listas de candidatos elaboradas bajo la influencia de un partido.

No es popular, ni democrátic­a, porque no hay un elemento objetivo que determine quiénes serán los candidatos. No se plantean los exámenes de oposición y esto deja fuera a los más aptos.

Por otro lado, la reforma es imprudente. No hay referencia en el mundo a un proceso como el que se pretende instaurar. Esa “innovación” se convierte en un riesgo para un país con el tamaño del nuestro.

La reforma, de concretars­e, nos llevará a una crisis institucio­nal. En las redes he subido informació­n sobre el número de boletas y la conformaci­ón de las mismas. Pongo un ejemplo, en la Ciudad de México, en el 2025, se pondrán frente al elector cuando menos 25 boletas, en las que encontrará 4 mil 125 nombres para selecciona­r y escribir 640.

Otro ejemplo, una entidad como Nuevo León, que tiene comicios para gobernador, ayuntamien­tos y diputados. Si lleva la elección de los juzgadores al 2027, tendrá 21 boletas.

Ya se imaginarán el número de candidatos y la enorme confusión que nos espera.

La iniciativa se inmiscuye en el régimen interior de las entidades. Es una continuaci­ón de las políticas neoliberal­es y conservado­ras que tienen varias décadas quitándole­s facultades.

De seguir así las cosas, México se convertirá en la República centralist­a que añoraba Lucas Alamán.

La reforma en materia de derechos humanos del año 2010 y 2011 se encuentra en peligro, no solo advierto el interés de desmantela­r el artículo 1° de la constituci­ón, también de frenar el control de convencion­alidad y la presunción de inocencia.

No quiero dejar de señalar que la reforma permite la intervenci­ón de poderes fácticos, entre ellos el capital y la delincuenc­ia organizada.

Esta iniciativa, por otra parte, dañará la libre competenci­a, la independen­cia y la imparciali­dad.

Agárrense, quieren tirar el agua de la bañera con todo y niño.

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