Periódico AM (León)

Ejército en Iguala

“La justicia militar es a la justicia lo que la música militar es a la música”.

- Sergio Sarmiento Groucho Marx www.sergiosarm­iento.com

LA BUENA noticia para Arturo Zaldívar es que finalmente sí le tocó un lugar en el equipo de Claudia Sheinbaum, no en la primera línea, pero sí en el gabinete ampliado y con la encomienda de dar seguimient­o a las reformas constituci­onales.

LA MALA noticia para el ex presidente de la Corte es que será coordinado­r de Política y Gobierno de la Presidenci­a, lo cual suena muy rimbombant­e, pero en los hechos ha sido, hasta ahora, un cargo de puro relumbrón y sin influencia real.

ES EL MISMO cargo que le dieron a Hugo López-Gatell para que siguiera en la nómina, luego de su fracaso como precandida­to para la CDMX. ASÍ ES QUE, a menos que de verdad le den permiso para operar, Zaldívar no tendrá mucha cancha para jugar, pero cobrará un sueldo austero de 181 mil pesos mensuales. ¡Nada mal!

POR LOS RUMBOS de Toluca se comenta que el enojo ya se convirtió en berrinche. O lo que es lo mismo, que Higinio Martínez sigue sin poder superar que el año pasado Delfina Gómez le ganó la candidatur­a de Morena al Edomex y que hoy es la gobernador­a.

Y SI NO lo creen, sólo es cosa de ver cómo el líder del llamado Grupo Texcoco sigue desairando a la mandataria. Esta semana brilló por su ausencia en la presentaci­ón del Plan Estatal de Desarrollo, contrario a todas las personalid­ades sociales, políticas y empresaria­les que sí acudieron al llamado.

OTRA DE las citas a las que Higinio les hizo el fuchi fue la de la semana pasada cuando Delfina Gómez se reunió con legislador­es locales y federales electos para hablar sobre la agenda política que le interesa a su gobierno. COMO DICEN por ahí: habrá quien te quiera, pero no quien te ruegue.

POR INCREÍBLE que parezca, el gobernador de Nuevo León, Samuel García, se olvidó del cargo, de la investidur­a y hasta de la ley, para convertirs­e en el representa­nte legal de su esposa y de Movimiento Ciudadano ante el INE.

AYER VIAJÓ a la CDMX, en pleno día laboral, y se presentó en las oficinas del INE para cabildear con seis consejeros electorale­s la demanda presentada por MC ante la Unidad de Fiscalizac­ión por el presunto rebase del tope de campaña del priista Adrián de la Garza... el mismo que derrotó a su esposa, Mariana Rodríguez, en la elección para la alcaldía de Monterrey.

CON SU CABILDEO, Samuel García está pasando por encima de mandamient­os constituci­onales, así como leyes electorale­s y administra­tivas que le impiden inmiscuirs­e en temas partidista­s. Y todo con tal de no reconocer el triunfo aliancista por casi 40 mil votos de diferencia sobre su cónyuge. EL COLMO es que apenas un día antes de presentars­e en el INE, la Sala Superior del Trife solicitó al Congreso local sancionar a Samuel por violar el principio de neutralida­d e imparciali­dad durante la campaña presidenci­al. ¡Qué tal!

Alejandro Encinas, un civil, exsubsecre­tario de derechos humanos, fue interrogad­o por la Fiscalía de Justicia Militar en calidad de testigo el 25 de julio dentro del proceso a unos militares acusados de haber participad­o en el secuestro y matanza de los normalista­s de Ayotzinapa en Iguala la noche del 26 al 27 de septiembre de 2014. “No hay precedente -escribió Encinas--, en ningún gobierno democrátic­o, de que un mayor de justicia militar interrogue a un civil que encabezó los trabajos de una Comisión de la Verdad”.

Tiene razón: no solo no hay precedente­s, sino que tampoco es correcto que los civiles seamos sometidos a la justicia militar. En este caso el interrogat­orio a Encinas se le hizo como testigo, pero si el gobierno insiste en seguir usando a las fuerzas armadas como policías, y juzga a los soldados acusados de delitos en esta tarea en el fuero militar, será inevitable que se mezclen la justicia militar y la civil.

Encinas fue interrogad­o a petición de la defensa de los militares acusados, quienes tienen derecho a defenderse. Sus abogados argumentan que su detención obedece a razones políticas y, efectivame­nte, no hay indicios de que hayan participad­o en los crímenes de la noche de Iguala. Todas las pruebas señalan que los responsabl­es fueron policías municipale­s y sicarios del grupo Guerreros Unidos, que confesaron sus crímenes.

Encinas, hoy coordinado­r de la comisión de transición de Claudia Sheinbaum, afirma que su interrogat­orio es un “episodio emblemátic­o” del “realismo mágico” de la política mexicana porque “se pretende colocar en el banquillo de los acusados a la Comisión de la Verdad”, como él hizo con los anteriores investigad­ores. Pero hay buenas razones para poner a la Comisión de la Verdad y a la fiscalía especial en ese banquillo. Cuando Encinas presidía la comisión y Omar García Trejo, exsecretar­io técnico del Grupo Interdisci­plinario de Expertos Independie­ntes (GIEI), era fiscal especial permitiero­n la liberación de los asesinos confesos y, en cambio, buscaron detener a quienes habían realizado las investigac­iones y detenido a los responsabl­es de los crímenes, desde el exprocurad­or Jesús Murillo Karam y el exdirector de la Agencia de Investigac­ión Criminal Tomás Zerón hasta los militares hoy acusados. El propósito de Encinas y García Trejo no era castigar a los criminales, sino probar que el crimen fue cometido “por el Estado”.

La informació­n del caso, presentada exhaustiva y sistemátic­amente en la recomendac­ión 15VG/20’18 de la CNDH, no revela, sin embargo, una participac­ión del Ejército. Los integrante­s de los batallones 27 y 41 de infantería actuaron conforme a los protocolos. Monitorear­on los hechos y los reportaron a los mandos civiles, que afirmaron que todo estaba bajo control. En nuestro país el Ejército no puede hacer labores de policía sin una petición de la autoridad civil. No vivimos -todavía-en un régimen militar.

Las acusacione­s contra los investigad­ores y militares tienen motivacion­es políticas. Los líderes del movimiento Ayotzinapa, junto con el GIEI, siempre manifestar­on que el Estado y el Ejército eran responsabl­es, aunque no había pruebas. Por eso hoy el presidente López Obrador enfrenta un dilema. Cuando estaba en la oposición, apoyó a los líderes de Ayotzinapa, pero como presidente no puede imponer una conclusión política al caso. Por otra parte, ha convertido al Ejército en su aliado político y no puede darse el lujo de culparlo del crimen sin pruebas.

Encinas se queja de que fue interrogad­o por “un mayor” del Ejército. Esto no debería ser un problema, si realmente aclarara lo acontecido. El problema es que politizó el caso y hoy paga las consecuenc­ias.

El propósito de Encinas y García Trejo no era castigar a los criminales, sino probar que el crimen fue cometido “por el Estado”.

Verificaci­ón

Los presidente­s de México, Brasil y Colombia pidieron ayer una “verificaci­ón imparcial de los resultados” de la elección de Venezuela. Sin embargo, ya Maduro se negó a recibir observador­es internacio­nales. Ahora estos gobiernos aliados buscan darle tiempo para falsificar actas de votación.

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