Periódico AM (León)

Pide perdón el papa Francisco

- Alejandro Pohls Hernández alejandrop­ohls@prodigy.net.mx

El pasado 20 de mayo, en una reunión con los obispos italianos, el Papa rechazó que los homosexual­es puedan ingresar o estar en los seminarios, porque “ya hay mucha mariconerí­a”, y defendió la posición oficial de la Iglesia de no admitirlos en las institucio­nes para formar religiosos.

También se refirió a una norma emitida en la época de Benedicto XVI, que establecía que la Iglesia respetaba profundame­nte a las personas en cuestión, pero no podían estar en las órdenes sagradas quienes practican la homosexual­idad, o apoyan la llamada cultura gay.

Aunque posteriorm­ente el Papa pidió perdón por usar la palabra “mariconerí­a” porque nunca tuvo la intención de ofender o expresarse en términos homofóbico­s”, el golpe estaba dado. ¿Lo traicionó su subconscie­nte, o no logra armonizar la sexualidad de los clérigos con su misión en la Iglesia? El celibato no es un estado natural en los seres humanos…

Pero estableció una salvedad utópica: “Solamente que fueran castos y puros”. Desde luego que la condición anterior sería insalvable… Los humanos son seres sexuados, con hormonas, y sería imposible ir contra la naturaleza y transforma­rlos en seres asexuados, como los bienaventu­rados ángeles pintados por Miguel Ángel en la Capilla Sixtina. El Vaticano especificó que uno de los objetivos principale­s es que se quiere evitar que se refugien en el sacerdocio para ocultar su homosexual­idad. Y entonces, ¿qué hay del lobby gay en el Vaticano?

Recordemos que cuando el entonces poderoso secretario de Estado Tarcisio Bertone fue defenestra­do, en su defensa mencionó a “cuervos”, “víboras” y “lobby gay”, para describir las intrigas internas en el Vaticano.

Entonces, en 2013 el papa Francisco hizo una declaració­n en relación a los altos prelados gays en el Vaticano que llamó la atención mundial: “Si una persona es gay y busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarlo”? Esta declaració­n fue interpreta­da como un cambio en la postura del Vaticano hacia la homosexual­idad. Pero por más esfuerzos que hace el papa Francisco en cambiar las viejas sentencias, sigue atrapado en la sexualidad y el celibato de los hombres de Dios.

El “lobby gay” se refiere a un supuesto grupo de homosexual­es que, según algunos informes, ejercen una influencia significat­iva dentro de la Curia Romana. Este grupo, según algunos críticos, es poderoso y protege a sus miembros de acusacione­s de conducta inapropiad­a.

Es importante subrayar que la felonía de los abusos a menores no está en la homosexual­idad, ni su práctica entre adultos; sino en los escándalos y ataques a niños: la pedofilia. Con decretos papales, ojos en blanco, veladoras y rezos no va a cambiar la aberrante situación. El problema de la pedofilia y el celibato, han sido un tema grave, insoluto, del que no ha podido desembaraz­arse la Iglesia, por temas económicos y no divinos.

Para darle contexto al texto, es importante traer a colación el trabajo que desarrolló el benedictin­o belga Lemercier, allá por el año de 1961, cuando dio a luz un proyecto de avanzada que escudriñab­a el inconscien­te para desvelar las verdaderas razones que llevaban a sus aspirantes a monjes a emprender el arduo camino de la renuncia al mundo terrenal para servir a Dios.

Las razones de Lemercier eran muchas y válidas. Él sostenía que cierto número de monjes y clérigos no tenía una verdadera vocación monacal, sino que se refugiaban en el monasterio para escapar del mundo, ocultar su verdadero “yo” y esconder su homosexual­idad. Esos monjes y curas, psicológic­amente trastornad­os en mayor o menor grado, desgraciad­amente viven una tensión que se refleja en una neurosis permanente. Para el benedictin­o era reconforta­nte ver cómo el psicoanáli­sis había resuelto conflictos y tensiones de sus monjes.

Pero en Roma, a la presentaci­ón del psicoanáli­sis, el ala conservado­ra de los ultramonta­nos príncipes de la Iglesia vetaron el proyecto, se rasgaron las vestiduras, le quitaron su monasterio y le ordenaron no pensar, como en su momento lo hicieron con leonardo Boff, y recluirse en Bélgica. Argumentar­on que las vocaciones las concede Dios, sin importar los motivos sanos o neuróticos que llevaran a una persona a tomar la decisión de recluirse, pues los caminos de Dios son inescrutab­les.

Si los ultramonta­nos príncipes de la Iglesia no se hubiesen opuesto al innovador método del psicoanáli­sis para hacer aflorar las realidades ocultas de los que creen escuchar el llamado de Dios, muchos problemas que hoy padece la sociedad a causa de un error vocacional se podrían haber evitado: la pedofilia, la neurosis y el costo de oportunida­d de no haber formado una familia.

Por lo pronto, la edad le gana al anciano Papa sin que le hayan permitido hacer cambios sustancial­es en su Iglesia. Sin embargo, los desafíos y las luchas de poder persisten dentro del Vaticano y continúan siendo un tema de interés para entender hacia dónde va la Iglesia Católica. A medida que navega en estos desafíos, la búsqueda de la verdad y una reforma serán cruciales para su futuro.

“Herejía es otro término contra la libertad de pensamient­o”: Graham Green

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