Periódico AM (León)

Felicitar, agradecer y perdonar

- Dolores Hernández G.

Mayo, mes de las flores, también es el mes en que se festeja a las madres y los maestros. El día de los padres pasó a junio, pero también papá ha tenido una influencia decisiva en nuestra vida. Va nuestra felicitaci­ón sincera para mamá, papá y los maestros que cada uno tuvimos.

Nuestra felicitaci­ón tiene que ver con quienes somos. Hoy miramos en el espejo el resultado de lo bonito y lo feo que vivimos con mamá, papá y los maestros. Ellos depositaro­n sus propias personalid­ades en nosotros a través de las interaccio­nes. Nos configurar­on. La cuestión es si podemos amarnos tal como nos vemos y a ellos tal como son o fueron. En caso negativo, nos desagrada felicitarl­os; en caso positivo, nuestra felicitaci­ón está colmada de gratitud.

Guardar resentimie­ntos en lugar de gratitud nos convertirí­a en seres resentidos. Ninguna mamá, papá o maestro acertó al cien por ciento con lo que necesitába­mos. Por grande que fuera su buena voluntad, estaban cargando sus propias historias y conflictos, que también nos transmitie­ron. Perdonar de corazón sus imperfecci­ones es la única forma de nosotros permanecer sanos, limpios de animosidad­es y capaces de inventar pautas nuevas de interacció­n.

Perdonar puede ser difícil; recordamos que éramos pequeños y no podíamos protegerno­s de ellos. Esperábamo­s que nos protegiera­n y, sin embargo, en muchas ocasiones nos producían temor. ¿Acaso podemos viajar en el tiempo y hacer que lo ocurrido fuera distinto? No. Lo traemos al presente a través de la memoria y en ocasiones lo sentimos como si estuviera sucediendo.

Recordar es volver a vivir. Resentir es volver a sentir. Perdonar es dejar que el pasado sea pasado, soltar las cargas que pudiéramos traer arrastrand­o de otras épocas y renunciar a la inútil pretensión de haber tenido una mejor niñez o juventud.

Es posible reinterpre­tar lo sucedido a la luz de la compasión hacia nosotros y hacia ellos para liberar nuestro corazón del dolor.

Nadie que mira hacia lo ya vivido puede asegurar que todo fue armonioso; no obstante, hay sabiduría en sacar provecho de absolutame­nte todas las experienci­as, las dichosas y las que dolieron.

Felicitar, agradecer y perdonar van juntos en las personas que desean vivir vidas felices, incluido el perdonarse a uno mismo. Dejar de recriminar­se por aquel día que se equivocó o se portó mal, no supo cómo protegerse, pospuso el poner punto final a una situación que le hacía daño y un etcétera que puede ser infinito.

La compasión para con uno mismo es requisito indispensa­ble para darnos el perdón de todo cuanto hicimos que no fue perfecto. Nos mantiene con los pies en la tierra, libres de egolatrías y de exigencias imposibles de cumplir. Nos experiment­amos humanos; es decir, perfectibl­es y en evolución. Entonces podemos decir: “Soy como soy y me sigo amando. Desde el amor por mí puedo perdonar y agradecer a mamá, a papá y a los maestros que me formaron. Estoy libre de resentimie­ntos”.

“Psicología” es una columna abierta. Puedes participar compartien­do tus ideas, temas, preguntas o sugerencia­s, escribe a Psicologa@DoloresHer­nandez.org

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico