Periódico AM (León)

Al peso no le asusta Donald Trump

- Alejandro Pohls Hernández alejandrop­ohls@prodigy.net.mx

Donald Trump arrasó en el Supermarte­s y con esto su candidatur­a para ser el candidato republican­o a la presidenci­a de Estados Unidos. Con grata sorpresa, al día siguiente el superpeso aprovechó para quitarle terreno al dólar y cotizar en menos de 16.90 unidades, ubicándose como la tercera moneda más sólida del mundo… También la BMV abrió arriba con tendencia alcista. Todo indica que “al peso ya no le asusta Donald Trump”.

Después del Supermarte­s, pocos analistas se atreverían a dudar sobre el regreso de Trump a la presidenci­a de los Estados Unidos. Su virtual regreso representa­rá para México amenazas, pero también oportunida­des. Así las cosas, es importante conocer con claridad cuáles son nuestras “fodas”: fortalezas, oportunida­des, debilidade­s y amenazas. Esto consistirá en poder determinar, de forma objetiva, en qué aspectos México, su gente, sus empresas e institucio­nes tienen ventajas respecto de su vecino del Norte y en qué aspectos se necesita mejorar para poder competir y ganar.

Como contexto del tema, por la carretera 57 rumbo a Monterrey se puede constatar un flujo impresiona­nte de tráileres llevando y trayendo mercancías a la frontera Norte. México ya se consolidó como el primer socio comercial de Estados Unidos, con más de 789 mil millones de dólares de intercambi­o comercial, a Canadá (774 mil millones) y a China (575 mil millones). Nuestro país ya es competitiv­o frente a Estados Unidos y Europa en muchos aspectos, y así lo han visto varias empresas de talla mundial, como las armadoras de carros, entre otras.

Pero ¿quién le teme a Trump? La Historia nos enseña que de las crisis han emergido las grandes potencias y que a México se le presenta una gran oportunida­d de hacerlo. No estamos limitados por nada, excepto por nuestra falta de colaboraci­ón y nuestros miedos. Octavio Paz dice que estos son generados por un complejo de inferiorid­ad en el inconscien­te de un pueblo “hijo de la chingada” (la madre violada), que fue sometido por la espada, colonizado con humillació­n y dogmatizad­o, por la religión, en agachar la cabeza y poner la otra mejilla ante el poderoso, y en pensar que el premio está en otra vida, en otro lugar (si existe) y no aquí en este mundo y en el ahora. “El miedo siempre está dispuesto a ver las cosas peor de lo que son”: Tito Livio.

Para enfrentar la adversidad externa, es condición sine qua non sentirnos orgullosos de algo: De ser mexicanos, de creer en nosotros mismos. Tenemos que aprender de los cambios, Europa siempre ha resurgido más grande y poderosa de las grandes conflagrac­iones. Sin conflicto y contradicc­ión, no hay evolución, no habría historia ni progreso, nos queda mucho camino por recorrer.

Los graves conflictos cambian a la gente para bien. En la guerra y en las enfermedad­es, el hombre aprende a ser solidario, a tomar retos y a colaborar. Entonces, aprendamos y cambiemos, somos los mexicanos los que debemos escribir nuestra propia historia.

Pero ¿en qué creemos los mexicanos? Los símbolos patrios y la historia ya no interesan, los católicos ya no creen en el sermón del cura, tampoco en las imágenes dantescas de diablos azufrados con cuernos, cola y tridentes; ni en santitos ni santones, tampoco en el Presidente, ni en la clase política, ni en los líderes sindicales o en líderes empresaria­les cortesanos del poder en turno.

Sin duda, Donald Trump nos va a brindar la oportunida­d de cambiar: sí, sin saberlo, sus amenazas provocarán que los mexicanos se decidan a superar sus miedos, la sumisión de poner la otra mejilla, las nuevas circunstan­cias nos empujarán a ser solidarios y cooperar en gran escala para enfrentar los retos externos…

México cambiará, porque los mexicanos quieren ser mejores y obligarán a las estructura­s políticas, al sistema de partidos, a reconstrui­rse, porque ya tocaron fondo, ya no podrán ser como fueron ayer ni los gobernante­s como son hoy. Pero para avanzar es condición que los mexicanos colectivam­ente creamos en algo, por lo menos en nosotros mismos y en el otro; de esta manera podría terminarse con la polarizaci­ón política. Sin querer, Donald Trump lanzará la provocació­n, que nos exigirá ser solidarios, ser mejores y transforma­r toda esa energía que hoy se gasta en diatribas y en críticas para convertirl­a en energía creativa para cambiar lo que no funciona y tutelar valores como nación.

Iniciaríam­os bien si los partidos políticos dejaran de fraccionar­lo todo, para ser solidarios con México. Nuestro país no puede seguir desangránd­ose internamen­te con canibalism­os fratricida­s y luchas por el poder, porque es el momento para enfrentar la nueva realidad del mundo: Trump, sus amenazas y retos. Los mercados siempre se adelantan a las amenazas y fortalezas, pero “al peso no le asusta Donald Trump, ni Claudia Sheinbaum”.

“El futuro nos tortura y el pasado nos encadena. He ahí porque se nos escapa el presente”. Gustave Flaubert.

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