El porvenir
¿Morena gobernará
mejor Baja California, inspirados por la figura de Claudia Sheinbaum? No hay razones para el optimismo. El porvenir será similar a nuestro presente o quizá peor.
Primero. Como nunca había ocurrido en los últimos 35 años, hoy trascienden múltiples versiones sobre el desorden administrativo en el gobierno, no sólo entre funcionarios, sino generalizado en todos los niveles. Así lo constatan diversas publicaciones periodísticas.
Quizá estemos viendo la consolidación de un desgaste moral iniciado en los últimos años de los gobiernos panistas dado que es prácticamente el mismo personal, operativo/directivo, sólo con diferente color de uniforme, salvo una que otra nueva incorporación, curiosamente, ligada al pasado azul. Cuando el PAN llegó al poder, en 1989, dedicó los primeros años a cumplir la promesa de gobernar con honestidad para diferenciarse del PRI.
Para los últimos años de ese sexenio, empezaron a circular rumores sobre malos manejos de los dineros. Costaba trabajo creerlos, pero la deshonestidad es un rasgo inevitable, en especial, cuando no hay controles externos de fiar.
Con el paso del tiempo, a los gobiernos panistas comenzaron a incorporarse personas para quienes el valor de la honestidad, la moral, era una cursilería. Vieron el trabajo en el gobierno como la oportunidad para enriquecerse. Eso que años atrás hubiera sido una tragedia, se normalizó.
En la actualidad, a pesar del liderazgo deficiente de la titular del Ejecutivo de haber llegado al poder tras varias rachas de buena suerte, de estar ocupada en sus intereses, de las crisis mal manejadas, cuenta con un alto nivel de aprobación, así que ¿por qué deberíamos esperar cambios en su actitud, si está operando de acuerdo a la norma? Morena podrá decir que los gobiernos clientelares, esos que ayudan a sus amigos a hacerse millonarios, no es su culpa, eso ya estaba así cuando llegaron.
Las cosas podrían empeorar porque esta segunda etapa del sexenio la van a dedicar a preparar la sucesión, a definir quién será el candidato o candidata, eso si no los sorprenden y la decisión la toman en la CDMX. Así que no esperemos ver acciones arrojadas, innovadoras, sino mucha cautela. Las energías las van a dedicar a golpearse por debajo de la mesa. No van a resolver problemas, los van a capotear.
Lo único que podría modificar estas proyecciones es el improbable, aunque no imposible hecho que desde la nueva Presidencia los inviten a actuar distinto.
De cualquier forma, lo que sí veremos es un marcado contraste en los estilos de gobernar, entre el de una mujer preparada, con un proyecto, con herramientas intelectuales y el nuestro, muy de la flor más bella del ejido…