Américo Villarreal gobierna sentado en un polvorín
“Patearon el bote que no debían… pateaste el bote que no debían haber pateado… hasta con mi familia se metieron…”, avisó por la frecuencia de la Guardia Estatal de Tamaulipas, la noche del viernes pasado, el jefe de sicarios del Grupo Pantera de los Zetas Vieja Escuela, Jorge Luis Chávez Hernández, alias El Flaco.
Elementos de esa guardia acababan de detener a la esposa, la madre y la hija del jefe de sicarios, a bordo de una camioneta en la que, según los reportes, fueron halladas armas cortas. Las mujeres habían sido relacionadas con cobro de piso en la región: en los teléfonos que portaban, según fuentes del estado, había información que reveló que los Zetas Vieja Escuela gozan de la protección de agentes del estado que gobierna el morenista Américo Villarreal.
En la madrugada, un comando a bordo de tres vehículos con blindaje artesanal, de los llamados “monstruos”, fue lanzado contra el hotel, ubicado en Abasolo, Tamaulipas, donde se alojan elementos de la guardia, y al que usan como base.
Se desató un enfrentamiento en el que, de acuerdo con reportes oficiales, cayeron dos sicarios. Los estatales pidieron ayuda: elementos del Ejército y la Guardia Nacional salieron en su apoyo. Vino un nuevo enfrentamiento en el que murieron otros dos civiles armados y en el que se reportó también el fallecimiento dos militares y dos agentes de la Guardia Nacional.
A las mismas horas, encapuchados de un supuesto Grupo Fénix de los Zetas Vieja Escuela viralizaron un video en el que anunciaron una limpia de integrantes del Cártel del Golfo en Ciudad Victoria. Simultáneamente, en una carta firmada por Juan Treviño, El Ántrax, cabecilla de una “Nueva Columna Armada” con supuestos vínculos con el Cártel Jalisco, se anunció el inicio de “un estado de guerra” en contra del grupo de autodefensas conocido como Columna Armada Pedro José Méndez, un brazo armado con el Cártel del Golfo que desde 2021 ha operado electoralmente en favor de Morena y del hoy gobernador del estado.
Horas después del ataque a la Guardia Estatal en Abasolo, se desencadenó una ola de enfrentamientos en Camargo, Río Bravo y Miguel Alemán. En los últimos días del mes pasado, por lo demás, Femsa anunció el cierre indefinido de 191 sucursales de las tiendas Oxxo en Nuevo Laredo, así como de siete gasolineras.
El gobierno de Villarreal recomendó a Femsa contratar seguridad privada; el Cártel del Noreste se deslindó del acoso a las sucursales y en un mensaje dirigido al presidente
López Obrador le “solicitó” que investigara los intereses “de una persona” que podría estar tratando de abrirle las puertas de otro grupo criminal en la capital del estado.
“Los empresarios somos rehenes de las bandas delincuenciales y el cobro de piso se ha convertido prácticamente en un deporte nacional”, afirmó una entrevista con Telediario Radio de Tampico el presidente de la
Federación de Cámaras Nacionales de Comercio en Tamaulipas, Julio César Almanza. Fue su última declaración pública.
Un día después de emitirla, le dispararon diez veces en Matamoros.
A todo esto se suma la ola de secuestros ocurridos al norte del estado y que ha obligado a colectivos, no a solicitar el apoyo del gobierno de Villarreal, sino a rogar a los grupos delincuenciales, el Cártel del Golfo y el Cártel Jalisco que intervengan en la búsqueda y localización de las víctimas, a fin de que estas vuelvan con vida.
Tamaulipas parece haber regresado a la peor época de su historia: no hay rincón del estado que no esté en poder de la delincuencia organizada. A tres años de su llegada al cargo, Américo Villarreal se encuentra sentado en un barril de pólvora, en el que la mecha hace tiempo que fue encendida. En el sexenio de los abrazos, que ya agoniza, el crimen ocupó los vacíos y anuncia guerras, “limpias”, matanzas sin fin. •
No hay rincón del estado que no esté en poder de la delincuencia organizada.