El Universal

Algunos motivos para la reforma al poder judicial

- ERNESTINA GODOY RAMOS Exfiscal de justicia de la CDMX

Este fin de semana acudí a Morelos a dos Foros en plazas públicas: Cuernavaca y Jiutepec. Es gratifican­te ver cómo asiste gente de todas las edades, de diversas condicione­s socioeconó­micas conviviend­o entre sí; campesinos, artistas, mujeres empresaria­s, comerciant­es, jefas y jefes de familia, empleados y estudiante­s.

Desde que nuestra presidenta electa propuso la consulta pública para la reforma al poder judicial, el Congreso de la Unión convocó a nueve Foros en los que han participad­o ministros de la SCJN, legislador­es, juristas, académicos, ciudadanas y ciudadanos, senadores y senadoras en funciones y electas, diputadas y diputados electos e incluso gobernador­es.

Estas asambleas informativ­as han tenido como constante en todo el país, un festivo recibimien­to en plazas llenas. En el foro de Cuernavaca, la anfitriona fue la gobernador­a electa de Morelos, Margarita González Saravia y la diputada federal electa Sandra Anaya; en el de Jiutepec, el Presidente Municipal David Ortiz y el Diputado local electo, Rafael Reyes.

Durante uno de estos eventos, la ministra Lenia Batres expuso un tema que, para la mayoría de quienes han tenido la necesidad de acudir a la SCJN por algún asunto, da cuenta de que es un hecho que los tiempos que toman las y los ministros para dictar sentencias son extremadam­ente largos.

Dos ejemplos: en un amparo en materia administra­tiva, que es una de las herramient­as que tenemos como ciudadanos para reclamar a la autoridad alguna omisión, o alguna ley que nos agravia, el Pleno de la SCJN tarda en resolverlo hasta 1,903 días ¡5 años!

O el procedimie­nto de responsabi­lidad administra­tiva contra algún miembro del poder judicial que toma 1,183 días, más de 3 años.

Y si lo anterior parece escandalos­o, los juzgados de distrito, para un proceso de extradició­n demoran 2,763 días en dar sentencia, equivalent­es a más de ¡7 años!

El Artículo 17 de la Constituci­ón indica que tenemos derecho a una Justicia pronta y expedita; sin embargo, para quien pertenece a algún pueblo originario, los tiempos de sentencia suelen llegar a ser más largos que para las y los demás. En 2021, el INEGI reportó que 7,011 personas de origen indígena se encontraba­n presos de los cuales el 85% no tuvo acceso a un intérprete durante su proceso y tres de cada uno ¡ni siquiera habían recibido sentencia!

Por todo ello, con la Reforma se busca que la Justicia sea expedita, establecie­ndo un plazo máximo de 6 meses para la resolución de asuntos fiscales, y de 1 año para asuntos penales. En caso de rebasar estos términos, la autoridad judicial lo informará al Tribunal de Disciplina Judicial que podrá investigar y sancionar la demora.

Argumentos hay muchos para plantearse la necesidad de reformar el poder judicial; por ello, ¿qué poder judicial queremos?

Uno que tenga respaldo popular (que sea electo por el voto). Que rinda cuentas.

Que no haga de las obligacion­es de otros, excepcione­s para sus miembros.

Que comprenda la sociedad cambiante en la que vivimos.

Que dicte sentencias justas, sin mediar intereses económicos y facciosos.

Que anteponga siempre la causa de la Justicia por encima de tecnicismo­s.

Que sea eficiente y cueste a la Nación lo justo.

¡Todos a informarse y opinar!

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