El Universal

Carrera judicial: simulación, influyenti­smo y corrupción

- LENIA BATRES GUADARRAMA Ministra SCJN

La inminente reforma judicial ha traído al debate de la opinión pública nuevos temas, entre ellos de la carrera judicial, algo de lo que pocos mexicanos estaban informados, pues es uno de los muchos procesos poco transparen­tes dentro del Poder Judicial de la Federación (PJF).

Por carrera judicial se pretende definir a un sistema meritocrát­ico que permitiría a las y los aspirantes que ingresan a trabajar en el PJF ir ascendiend­o de puesto mediante concursos de oposición, supuestame­nte, en igualdad de condicione­s, dando oportunida­d a quienes ocupan el cargo de secretaria o secretario para ocupar la titularida­d de un juzgado de distrito, ser integrante­s de un tribunal o incluso de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN).

Se afirma que con este sistema las personas que imparten justicia pasan los filtros necesarios para validar sus conocimien­tos teóricos y ampliar paulatinam­ente su experienci­a en las labores jurisdicci­onales. Esto no es necesariam­ente cierto.

He sostenido que más que un servicio profesiona­l, la carrera judicial actual no es sino un sistema escalafona­rio con exámenes donde pesan más las recomendac­iones, las facilidade­s que jueces y magistrado­s pueden dar a sus subalterno­s favoritos para prepararse y presentars­e a las convocator­ias, e incluso la corrupción.

Hay datos duros para sostener esto. Para empezar, si la carrera judicial fuera pareja para las y los aspirantes, habría igual cantidad de juezas que de jueces, y no es así. Según datos del Consejo de la Judicatura Federal (CJF), en todo el país solo hay 278 juezas, frente a 472 jueces. La brecha es más amplia en los tribunales, donde ante 676 magistrado­s existen únicamente 209 magistrada­s.

La validez de los concursos para ser juez de distrito también ha sido objeto de críticas por su falta de transparen­cia y existe un caso en donde se comprobó la venta de los exámenes, lo que llevó a la cancelació­n de todo un proceso, en el cual participab­an 2,602 aspirantes.

Esto ocurrió en 2018, cuando se descubrió que las preguntas del examen de oposición habían sido vendidas hasta en 186 mil pesos. Tan solo este dato da idea de las ganancias ilícitas que espera obtener quien aspira a ocupar este cargo llevado por la ambición, sin honradez ni afinidad con el servicio público.

Como resultado de esto, fueron sancionado­s varios exfunciona­rios del Instituto de la Judicatura Federal (IJF), organismo queseen cargaba entonces de aplicar estos exámenes. Entre los implicado s estaban 15 aspirante squetra bajaba nenelCJF,yqu ese encontraba­n entre los 91 aspirantes que aprobaron las pruebas.

La sanción incluyó la inhabilita­ción del entonces director del IJF, quien impugnó su inhabilita­ción ante la SCJN, quien apenas en 2022 desechó revisar su caso.

Pese a todas estas condicione­s, se afirma que la reforma judicial permitiráq­ue lleguen alaSCJN ministros sin carrera judicial lo que, dicen quienes participan en esta red de desinforma­ción, pondría en riesgo la impartició­n de justicia en el máximo tribunal.

Ignoran que desde la reforma judicial de 1994, cuando se estableció la conformaci­ón actual de la SCJN, han sido integrante­s de su pleno 19 ministros con carrera judicial y 9 sin ella.

Desde la primera integració­n de esta reformada SCJN hubo ministros sin carrera judicial, entre ellos Sergio Salvador Aguirre Anguiano, quien fuera también candidato a diputado y regidor por el PAN. También entre los ministros en retiro que no tienen carrera judicial se cuenta a José Ramón Cossío Díaz, hoy protagonis­ta de la oposición a la reforma del PJF.

La reforma judicial busca acabar con este sistema meritocrát­ico, abierto a la corrupción y al influyenti­smo, para dar paso al método más transparen­te que se conoce para nombrar y evaluar a los servidores públicos: la elección por voto popular. •

La reforma judicial busca acabar con este sistema meritocrát­ico, abierto a la corrupción y al influyenti­smo.

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