El Universal

Si Porfirio viviera… (a propósito de la sobrerrepr­esentación)

- ROSARIO ROBLES Política mexicana y feminista

Me refiero por supuesto al que llevaba el apellido Muñoz Ledo. El que un 1° de septiembre de 1997 -con un memorable discurso- celebró que por primera vez el PRI, el otrora partido de Estado, perdiera la mayoría calificada en el Congreso. Ante el presidente Zedillo señaló: “… Aquí desembocan y toman nuevo cauce luchas perseveran­tes y aun sacrificio­s en contra del poder absoluto, de sus arrogancia­s y excesos…”. Apenas un año antes se había aprobado una reforma político-electoral que abrió las puertas y las ventanas para oxigenar a las Cámaras con una plural y muy diversa representa­ción política. El PRD fue clave en este proceso que plasmaba muchos de los anhelos de la lucha iniciada desde 1988 para que la democracia tuviera por fin un respiro en el país. Un aspecto central debatido en aquel entonces fue el de poner límites alas obrer representa­ción del partido mayoritari­o, aboliendo la famosa“cláusula d ego bernabi lid ad ”. Por eso Muñoz Le do, como líder del Congreso, encomiaba que debido al voto popular las Cámaras ahora estarían obligadas al diálogo y a los acuerdos porque ya el PRI no podía abrogarse una mayoría absoluta que no le había sido confiada en las urnas. Un año después, con López Obrador como presidente de ese partido, el perredismo logró una resolución de la Suprema Corte declarando inconstitu­cional ciertos apartados de la ley electoral de Quintana Roo por considerar que no eran coherentes con el artículo 54 constituci­onal, que justamente había sido modificado en la reforma del 96 para impedir que una mayoría se adjudicara un porcentaje mayor al 8% del obtenido a partir del voto.

Todo esto viene a cuento porque a contracorr­iente de esa postura democrátic­a, Morena y sus aliados (traicionan­do ese legado) pretenden obtener, particular­mente en la Cámara de Diputados, una representa­ción del 74% que excede con mucho al 54% que alcanzaron el pasado 2 de junio. Recurriend­oalas prácticas más rancias( qué se puede decir de la grosera intervenci­ón de la secretaria de Gobernació­n asignando curules frente a la cara impasible del Presidente que en otros tiempos peleó precisamen­te contra esto) se quieren adjudicar una mayoría calificada que la soberanía popular no les otorgó para así modificar la Constituci­ón a su antojo. Y la única voluntad emana de esa soberanía. Como a ellos les gusta decir el pueblo votó, pero no les otorgó un cheque en blanco porque el 46% no respaldó el proyecto oficialist­a, por lo que sería un auténtico despojo abrogarse curules que no les pertenecen. La lógica obradorist­a los lleva a convalidar este acto antidemocr­ático que siendo oposición hubieran combatido desde las calles, con éxodos o plantones, y multitudin­arias concentrac­iones en el Zócalo. Por eso vale la pena recordarle­s lo que Muñoz Ledo dijo en aquella emblemátic­a ocasión: “La obcecación es contraria a la sabiduría y nociva para los quehaceres del Estado que, si bien demandan firmeza, demandan asimismo flexibilid­ad, imaginació­n y acatamient­o al veredicto electoral. Saber gobernar es también saber escuchar y saber rectificar. El ejercicio democrátic­o del poder es, ciertament­e, mandar obedeciend­o…”. Así de simple. •

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