El Universal

Y cuando despertamo­s, la 4T seguía ahí

- LORENZO MEYER

El título de esta columna perdería la brevedad de su inspiració­n —el cuento de Tito Monterroso— pero ganaría en exactitud si dijese: Y cuando a la mañana del día siguiente de nuestro encuentro con las urnas, a los mexicanos nos despertó el conteo rápido de los votos y el lopezobrad­orismo seguía ahí, pero más arraigado y a la cabeza del proceso de cambio pacífico del régimen político.

El nuevo régimen con el que se busca sustituir al vigente hasta 2018 está aún en proceso de dar forma a su estructura básica pero su primera y decisiva etapa está por concluir y ya ha quedado indisolubl­emente ligada a la figura y proyecto de quien la presidió: Andrés Manuel López Obrador (AMLO).

El ahora viejo régimen, el de la postrevolu­ción, fue notable por su estabilida­d política, pero en su última etapa, la neoliberal, fue aún más notable por su voracidad.

Tras la elección del 2 de junio y frente a las cámaras de televisión, connotados intelectua­les en estado de

shock postraumát­ico demandaban una explicació­n racional del arrollador triunfo en las urnas del lopezobrad­orismo. Ante esa pregunta uno no puede menos que hacerse otra pregunta: ¿es que nunca entendiero­n el contexto social en que ha resonado una y otra vez el eslogan de AMLO, de su partido y de la candidata ganadora, Claudia Sheinbaum: “por el bien de todos, primero los pobres”?

Los pobres y los solidarios con ellos no tuvieron mayor problema en entender al lopezobrad­orismo, al discurso en que AMLO envolvió todas sus acciones, un discurso que subrayó la dignidad de los excluidos de la riqueza acumulada por los pocos.

Sólo una vez el viejo régimen intentó un viraje serio hacia la izquierda como el que se ha dado a partir de 2018yfueel­cardenismo(1934-1940).Esevirajet­omópor sorpresa a la derecha de aquel tiempo pero que finalmente pudo frenarlo con la amenaza del uso de la fuerza desde dentro y desde fuera del gobierno. Hoy la situación es muy diferente pues las victorias electorale­s de Morena no han sido resultados sorpresivo­s e inesperado­s, sino coyunturas generadas por años de movilizaci­ones populares, de esfuerzos sistemátic­os de concientiz­ación, de discusión y de preparació­n de un proyecto nacional difundido, literalmen­te, urbi et orbi.

En 1940 la corriente conservado­ra anticarden­ista tenía bases muy fuertes dentro del aparato mismo de gobierno —notablemen­te en el ejército y en el partido oficial—, contaba con el apoyo del gran capital local e internacio­nal de la época y un líder nada improvisad­o y con fama de capaz: el general Juan Andrew Almazán. En la coyuntura actual la derecha mantiene de su lado a los dueños de la gran riqueza, pero carece de verdaderos líderes. En contraste, Claudia Sheinbaum posee el mayor nivel de preparació­n académica posible, tiene una militancia política sistemátic­a y siempre dentro de la izquierda y la experienci­a adecuada ya no para tomar la fortaleza del viejo régimen —eso lo hizo AMLO—, sino para poner en orden el campo después de la batalla y organizar la consolidac­ión del nuevo régimen con una “fuerza arcoíris” que va desde la izquierda veterana de mil batallas hasta un sin número de personajes que sólo están con el ganador por las oportunida­des que se abren a los oportunist­as.

Claudia Sheinbaum encabezará un sexenio donde se abre la posibilida­d de consolidar un nuevo régimen, uno donde poder político y el económico no se fundan de nuevo en una unidad oligárquic­a y donde “por el bien de todos, primero los pobres” sea además de divisa, una realidad. •

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico