¿Por qué hay Ley Seca en las elecciones?
Dicha restricción se implementó en los gobiernos posrevolucionarios, y aunque en algunos momentos se ha tratado de aligerar la medida, se ha conservado bajo el argumento de impedir disturbios sociales
La población mexicana tiene una estrecha conexión con las bebidas embriagantes, lo que contribuye a la generación de riñas y accidentes.
El alcohol en manos descuidadas es peligroso y las autoridades intentaron —varias e infructuosas veces— alejarlo del pueblo. Las prohibiciones más severas contra bebidas embriagantes se suscitaron en el siglo XX, con leyes secas que dejaron sin suministro a fanáticos de la “beberecua”.
Aunque ahora sólo la vemos durante elecciones y Semana Santa, la prohibición del licor mantiene su principal motivación: proteger el orden público.
De la Huerta, “partidario de país seco”
Los gobiernos postrevolucionarios tuvieron las principales medidas jurídicas contra el consumo de alcohol. Adolfo de la Huerta y Álvaro Obregón difundieron la idea de una “degradación social” por el abuso de licores, sobre todo entre obreros y campesinos.
Se implementó el cobro de impuestos, regulación a negocios y “días secos” para evitar complicaciones médicas por alcoholismo, impedir disturbios, violencia intrafamiliar, disminuir el ausentismo en centros de trabajo y proteger el salario de clases bajas.
Adolfo de la Huerta, como presidente interino en 1920, propuso la prohibición total de bebidas embriagantes en todo el territorio; pero, primero, implementó una Ley Seca para fines de semana, que impidió la venta alcohólica desde el mediodía del sábado hasta primera hora del lunes. Su principal meta era evitar delitos y, poco a poco, extirpar el vicio de la embriaguez.
Con apenas un mes de aplicación, este diario consideró un “absoluto fracaso” la Ley Seca de De la Huerta, pues aumentó la venta ilegal y contrabando de pulque y cerveza. Tal descontrol motivó al gobierno a cancelar la prohibición por un tiempo, hasta tener mejores instrumentos para regular el consumo de alcohol.
Todos los domingos eran “días secos”
Según publicó EL UNIVERSAL, bajo el gobierno interino de Emilio Portes Gil —1928 a 1930—, se emprendieron grandes acciones culturales, deportivas y judiciales contra el consumo de licor.
En el entonces Distrito Federal y otras entidades regresaron los “domingos secos” y horarios limitados de operación. De lunes a viernes, cantinas y pulquerías abrían sólo cuatro horas diarias, de ocho a 10 de mañana y de nuevo entre 14 a 16 de la tarde; sábados vendían sólo de ocho a 10, para permanecer cerrados el resto del día y todo el domingo.
Tardó en aligerarse la prohibición
Los gobiernos de López Mateos y Díaz Ordaz limitaron la aplicación de leyes secas sólo a fechas que pudieran alterar el orden público pero, para los 70, las autoridades desconfiaron —otra vez— del consumo responsable de los mexicanos.
En 1973, el gobernador del Estado de México, Carlos Hank González, visualizó a su entidad sin gota de licor en sábados y domingos, pero dueños de cantinas, pulquerías y bares se movilizaron para tener un nivel mesurado de prohibición.
En la actualidad, ciertas entidades como el mismo Estado de México mantienen versiones de Ley Seca. Si cualquier domingo usted camina por algún supermercado mexiquense verá avisos de “prohibida la venta de bebidas embriagantes a partir de las 17 horas”; restaurantes también tienen horario limitado, pero nada como lo visto en el siglo XX. •