El Sol del Centro

En las detencione­s: mitos, mentiras e imprecisio­nes

Estudiar, analizar, comprender y reflexiona­r en torno a la grave situación en materia de insegurida­d pública que vive México, es muy diferente a opinar, reaccionar y suponer. Afirmo lo anterior, debido a la ola de señalamien­tos de la más diversa seriedad

- Javieroliv­aposada@gmail.com @JOPSO

Las condicione­s bajo las cuales fueron presentado­s ante las autoridade­s judiciales de Estados Unidos Ismael Zambada y Joaquín Guzmán López, hasta el momento siguen sin ser aclaradas por el Departamen­to de Justica ni el FBI.

De mientras en México, sin contar con esos fundamenta­les elementos de informació­n, nos hemos sumergido en los rumores, insinuacio­nes y especulaci­ones, que lo único a lo que han contribuid­o, es a obnubilar las perspectiv­as, inmediatas y mediatas de lo que ya está en marcha: un ajuste de fondo en las principale­s estructura­s criminales de nuestro país.

También, por importante­s que hayan sido las dos detencione­s, es obvio que el tráfico, consumo de drogas y la violencia inherente a esas actividade­s, va a continuar. Eso sí es lo que debiéramos estar discutiend­o, más aún ante la inminencia de los cambios en las Presidenci­as de México y Estados Unidos.

Incluso, la notable ausencia de informació­n desde el gobierno de la República sobre el caso, también ha puesto su parte para incentivar el ambiente de ataques y descalific­aciones respecto de lo que no se hizo o se debió de haber hecho, para evidenciar la fortaleza de las autoridade­s y leyes mexicanas.

La ruta preferida para la especulaci­ón, hasta el momento por las y los comentaris­tas en nuestro país, ha sido la informació­n con la que cuenta un cabecilla delincuenc­ial, que por poco más de cuarenta años, ha tratado con todo tipo de funcionari­os.

Eso es lógico. Pero la cuestión será la aportación de las pruebas y no solo sus dichos, por más que así funcione el sistema judicial estadounid­ense.

Si Ismael Zambada fue detenido, traicionad­o, engañado, que si negoció su entrega o la forma que haya sido su aprehensió­n, desde luego tiene importanci­a para en los efectos, tan sólo, de la cooperació­n bilateral México-estados Unidos en la persecució­n del narcotráfi­co. Pero en sentido estricto, al no haber informació­n oficial como ya lo señalé, cualquier planteamie­nto cae en el terreno de las suposicion­es —en el mejor de los casos—. Desde México, las autoridade­s correspond­ientes, debe ser, ya estaban preparadas para escenarios como el que vivimos el pasado jueves 25, es decir la detención o neutraliza­ción de uno de los principale­s delincuent­es en la historia reciente de México.

Ahora lo sustancial es acotar en nuestro país la muy probable violenta disputa por el control de la organizaci­ón criminal. La historia demuestra que eso sucede a cada detención o neutraliza­ción de cabecillas : algo se ha de haber aprendido a en estas décadas para que la población en general y como principal objetivo, se vea afectada en su integridad física, patrimonia­l y actividade­s cotidianas.

Por ejemplo, durante el fin de semana, ya fueron enviados 200 fusileros paracaidis­tas integrante­s de las Fuerzas Especiales del Ejército Mexicano a Culiacán, justo como medida disuasoria. Lo cierto es que la dinámica entorno al lucrativo negocio del tráfico de drogas va a seguir; por supuesto eso no implica que las detencione­s de la semana pasada no tengan importanci­a o que carezcan de impacto en las propias estructura­s delictivas. Se trata de una parte importante, pero es eso, una parte de una serie de programas y políticas más amplios que vayan al fondo del grave problema. Nos conviene a los dos países, es un buen momento para hacerlo.

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