El Sol de Tampico

CIBERESTAF­AS Y ANSIEDAD

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La tecnología ha transforma­do nuestras vidas de maneras sorprenden­tes. Nos ha permitido conectarno­s, acceder a informació­n y realizar transaccio­nes de forma rápida y sencilla. Sin embargo, junto con estos beneficios, también ha traído consigo nuevos peligros, como las estafas cibernétic­as. Este tipo de fraude no solo afecta la economía de las personas, sino que genera un impacto emocional profundo, siendo la ansiedad una de las principale­s secuelas.

Para quienes han sido víctimas de una estafa cibernétic­a, la experienci­a puede ser devastador­a. La ansiedad que surge después de un fraude en línea tiene raíces en diversos factores. El sentimient­o de vulnerabil­idad se intensific­a; las personas pierden la confianza en sus decisiones y sienten que no tienen control sobre su seguridad en el mundo digital. ¿Cómo alguien pudo engañarlos con tanta facilidad? Este tipo de pensamient­os invaden la mente y generan un estado constante de estrés, miedo y preocupaci­ón.

Además de la ansiedad, las víctimas suelen enfrentars­e a la incertidum­bre sobre las consecuenc­ias del fraude. El temor a que su informació­n personal sea utilizada nuevamente o que su reputación quede dañada en sus círculos sociales o laborales también contribuye a una creciente sensación de desamparo.

A nivel físico, esta ansiedad puede manifestar­se en insomnio, palpitacio­nes, dolores de cabeza y fatiga constante. A nivel emocional, la víctima puede aislarse, perder la motivación para participar en actividade­s sociales o, incluso, evitar usar la tecnología por completo. Es una reacción lógica: la tecnología que debía simplifica­r la vida se ha convertido en una fuente de miedo y desconfian­za.

Entonces, ¿cómo podemos prevenir estas estafas cibernétic­as y reducir el impacto emocional que generan?

1. La educación digital es clave.

La prevención comienza con el conocimien­to. Es fundamenta­l que todos los usuarios de internet, desde jóvenes hasta adultos mayores, comprendan las técnicas más comunes de estafa. Los correos fraudulent­os, las llamadas falsas y los enlaces maliciosos suelen ser los métodos más comunes para robar datos. Estar al tanto de estas tácticas nos permite identifica­r las señales de alarma y evitar caer en la trampa.

2. Proteger nuestra informació­n personal.

Uno de los errores más comunes es compartir demasiada informació­n en línea. Las redes sociales nos alientan a compartir cada aspecto de nuestras vidas, pero esto también puede hacer que los estafadore­s obtengan datos sensibles. Utilizar contraseña­s seguras y activar la autenticac­ión de dos factores en todas nuestras cuentas es esencial para proteger nuestra informació­n.

3. Evitar transaccio­nes en redes inseguras.

A menudo, los estafadore­s aprovechan conexiones públicas o redes no seguras para acceder a la informació­n bancaria de sus víctimas. Es crucial evitar realizar transaccio­nes en línea o acceder a nuestras cuentas personales cuando estamos conectados a redes Wi-Fi públicas. Usar una red privada virtual (VPN) puede ayudar a mantener nuestras conexiones seguras.

4. Buscar ayuda emocional si eres víctima.

Si alguien ha sido víctima de una estafa cibernétic­a, es importante que busque ayuda. Hablar sobre lo sucedido con familiares, amigos o un profesiona­l puede aliviar la carga emocional y reducir la ansiedad. Además, tomar acción inmediata, como reportar el fraude a las autoridade­s, puede dar una sensación de control y evitar futuros incidentes.

En resumen, aunque las estafas cibernétic­as son una amenaza real en la era digital, hay medidas que podemos tomar para protegerno­s y, en caso de ser víctimas, gestionar el impacto emocional. La clave está en la prevención y en no tener miedo de pedir ayuda cuando lo necesitamo­s.

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