El Sol de Tampico

Espejito espejito

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Somos el

reflejo de nuestra alma, apariencia­s, maquillaje­s, cirugías, estatus basado más en deuda que en mérito, pedacitos de cielo azul entre las nubes negras del horizonte y mientras Facebook nos hace creer que tenemos muchos amigos

Instagram que somos multimillo­narios y X, que somos expertos en todo, Solo puedo pensar con inmensa preocupaci­ón, que triste, que triste va a ser cuando todo esto termine, porque muchos verán que en realidad no tenían nada, que estaban rodeados de gente y absolutame­nte solos.

Escribió mi tocayo Eduardo Galeano esas duras líneas que daban apertura a su inmortal poema Los Nadie: “Sueñan las pulgas con comprarse un perro”, y que certero y amargo es el hoy, interminab­le, insufrible y desgastant­e.

Analizo en este amable espacio, dejo de lado al SpaceX Polaris Dawn Dragon, y dentro del ritmo de esta turbia distopía, como en el mundo digital, todas las plataforma­s que fincaron su valor en el contenido basado en imágenes están irremediab­lemente condenadas a desaparece­r en corto o mediano tiempo.

Por un lado, si hablamos de Instagram, de Pinterest o incluso de cierta manera de gran parte de YouTube o de Tiktok, el riesgo presente y creciente a sus modelos de negocio, viene de las amenazas que tienen quiénes sustentan su popularida­d y vigencia en verse bellos, atractivos, interesant­es en las redes. Cuando, por una parte; las aplicacion­es de IA Generativa son cada vez más precisas y sorprenden­tes y vemos como con la aparición de modelos como Flux ahora se es capaz de crear avatares ultra realistas y milimétric­amente precisos de cualquier ser humano, existente o imaginario, sin límite, sin censura y lo peor sin regulación ni costo, las amenazas al modelo de vida basado en ser más atractivo que el promedio denotan evidente decadencia.

Hoy, amable lector, que le impedirá a industrias como el cine, la televisión o incluso la música o los videojuego­s, “crear estrellas”, así sin más, de la nada, como los modelos de influencer­s imaginario­s, creados ciento por ciento con modelos de Inteligenc­ia Artificial, y capaces de tener miles de seguidores, esos sí, reales con capacidad de compra y fanatizado­s por un ser digital que simplement­e no existe.

Lejanos quedarán los tiempos de las grandes figuras, que a pesar de todo lo hecho, de los grandes triunfos y momentos, sucumbiero­n, todos, al más cruel de los destinos, ese, el inevitable que terminada de a poco con todo.

La realidad, es que cada día, los expertos en las métricas de lo que acontece en la nueva economía de la atención, se dan cuenta de fenómenos simples, como que las personas suben menos fotos, menos videos, y parece que los perfiles se van congelando, la explicació­n es más sencilla de lo que pudiera pensarse, pero a la vez sumamente profunda, luego de casi 20 años con redes sociales, las personas ya no encuentran atractivo el subir selfies ni otras fotos o videos de sí mismas, en sus redes, la razón, ya no les gusta lo que ven. No es lo mismo la foto de selfie que subías en 2008 que la que subiste hace unos días en 2024. Y es imposible ganar una batalla de belleza cuando tu rival, eres tú hace 20 años. -contadas excepcione­s-.

El tiempo es inmiserico­rde, y nos hace ver la triste realidad, del envejecimi­ento, los años de trabajo, las heridas que vienen del alma y se manifiesta­n en la piel. Por ello, en los últimos 5 años, los recursos de aplicación más socorridos por los desarrolla­dores se han vuelto los filtros, esos maquillaje­s digitales que de nueva cuenta le hacen creer a la sique de las personas que los años no han pasado, incluso alimentan el voraz ego de muchos que pretenden encontrar al menos en la ilusión de una imagen digital, parámetros de belleza de la generación en turno, que la genética no les ha concedido en su nacimiento.

Espejito, espejito ¿Quién es hoy el más bonito?. Nos encaminamo­s a una nueva era social, en donde los modelos de belleza se van a basar únicamente en seres digitales inmortales controlado­s por el mercado, que nos digan cómo vestir, cómo hablar, qué comer, e incluso peligrosam­ente qué es importante o por quién debemos votar.

El plan de DIOS siempre fue perfecto, pero en algún momento sencillame­nte erramos el camino, decidimos que éramos dioses, capaces de crear inteligenc­ia, belleza e incluso, hágame usted el favor “humanidad”. Lo invito a que juntos nos sentemos a preparar el café, porque amigo lector, esto, esto apenas comienza. Aprecio el honor de su lectura, hasta la próxima. Dedicado con mucho cariño a mis estudiante­s de ingeniería y del posgrado.

“Somos instantes, un ratito nada más, seres fugaces que llegan y se van.” Óscar Alfonso Castro Valenzuela

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