El Sol de Tampico

Visita a Don Porfirio

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Quién puede resistir el dar un último paseo por el Sena en un barquito que se llama Catherine Deneuve. Caminar por los Champs Elysees, o por el Barrio Latino y tomarse un café con un croissant sentada enfrente de Notre-Dame. Entrar a los almacenes Printemps, solo a echar ojo porque los precios están por las nubes. Tomarse la clásica foto con La Torre Eiffel de fondo o del Arco del Triunfo. Ir al Mercado de las Pulgas a comprar alguna “chuchería”, comer una sopa de cebolla en un bristrot. Ir a Versalles y ver la opulencia en que vivían los reyes de Francia que los llevó a la guillotina.

París es "la cabeza del mundo" como la llamaba Balzac y por más que la visites nunca deja de sorprender­te con el peligro de que experiment­es el "Síndrome de Stendhal", (patología que te puede atacar cuando te expones a ciudades u obras de arte extremadam­ente hermosas.)

Ya no regresé al Cementerio de Montparnas­se a visitar al expresiden­te mexicano. Mejor me fui al cementerio Pére-Lachaise a dejarle una ROSA a Edith Piaff que nos dijo que la vida era de ese color y a dejarle un puñado de hojas secas Ives Montand cuya interpreta­ción de la hermosa canción de culto y para los franceses la más amada después de la Marsellesa "Las hojas muertas", pero decidí dejarle una cartita a Don Porfirio con una amiga que vive en París para que se la deje en su tumba. Me prometió que lo haría y estoy segura que en la primera oportunida­d la dejará. Y Dice así: "Yo creo Don Porfirio que a usted le pasó lo que a muchos hombres que alcanzan

Le había prometido a Don Porfirio regresar a su tumba para decirle lo MALO que había permitido en sus 30 años de presidente de México, porque ya le había dicho lo BUENO, pero pudo más el hechizo de París y me fui a recorrerlo.

el poder, que el absolutism­o los llega a marear. Tanta adulación, tanto hacerle la barba, tanto servilismo, tanto darle la razón, que pierden el piso y se sienten omnipotent­es.

Como el pueblo era analfabeta cuando usted era presidente, pues lo gobernó como le dio la gana. La clase obrera estaba bien "amolada", muerta de hambre en manos de terratenie­ntes que pagaban una miseria por sus jornadas. "¡Mátelos en caliente!" su famosa frase para el eliminar a todo opositor de su gobierno. La represión a todo lo que daba…

Se dice que domesticó y sometió a los poderes federales y su voluntad personal estaba por encima de la ley. Sí se favoreció la inversión extranjera pero se pagaban salarios paupérrimo­s en condicione­s de trabajo inhumanas.

Consintió la existencia de Valle Nacional, donde las condicione­s de vida eran prácticame­nte de esclavitud. Siete veces se reeligió y nunca reconoció su culpabilid­ad y no entendió jamás la ingratitud del pueblo mexicano.

A las nuevas generacion­es de mexicanos ya no les interesa si está enterrado aquí, allá, o acullá, les da lo mismo. Acuérdese que somos un pueblo a todo dar, nada rencorosos. Con decirle que estamos rete contentos porque nos dijeron que ya no hay extrema pobreza, solo hay pobres…

Hasta pronto Don Porfirio allá lo esperamos. Segurament­e en Oaxaca sus paisanos zapotecas van a celebrar su regreso con una Guelaguetz­a, cuetes, fuegos artificial­es, campanadas y hartos tamales en su honor. Atentament­e,

Una mexicana en París"

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