EL RETO DE CREAR ROBOTS COMESTIBLES
LOS CIENTÍFICOS HAN CREADO COMPONENTES ELECTRÓNICOS QUE SE PUEDEN INGERIR Y AHORA INVESTIGAN CÓMO INTEGRARLOS PARA FABRICAR UN ROBOT COMPLETAMENTE COMESTIBLE, EL CUAL PODRÍA UTILIZARSE EN UNA VARIADA GAMA DE APLICACIONES, DESDE PRESTAR SERVICIOS DE SALUD
Este tipo de tecnologías permitirían controlar mejor la salud ‘in vivo’, o sea dentro de un organismo o tejido con vida; pero también reducir los residuos en la agricultura y facilitar la vacunación de animales salvajes, agrega.
Entonces, ¿qué tan lejos estamos de fabricar un robot comestible por completo que podamos poner en nuestro plato para consumirlo en la mesa, y cuáles son los desafíos tecnológicos para poder llevarlo a cabo?
“Todavía estamos averiguando qué materiales comestibles funcionan de manera similar a los no comestibles”, advierte el investigador.
Por ejemplo, “se ha comprobado que la gelatina comestible puede reemplazar al caucho; las galletas de arroz son similares a la espuma sintética; que una película de chocolate puede proteger a los robots en entornos húmedos; y que una mezcla de almidón y tanino puede imitar a los pegamentos comerciales”, comparte.
Se prevé que estos y otros materiales comestibles sean los ingredientes de futuros componentes robóticos, como actuadores, sensores y baterías”, según la EPFL.
AVANCES Y DESAFÍOS TECNOLÓGICOS
En 2017, los científicos de EPFL produjeron con éxito una pinza comestible, consistente en una estructura hecha de gelatina que podría sostener una manzana y comerse después.
La EPFL, el IIT y la Universidad de Bristol desarrollaron también una nueva tinta conductora que se puede rociar sobre los alimentos para detectar su crecimiento, la cual contiene carbón activado como conductor y en la que se utilizan 'gominolas' como aglutinante.
También se han desarrollado sensores hechos de materiales comestibles que pueden percibir el ph, la luz y la flexión.
En 2023, los investigadores del IIT desarrollaron una batería comestible, recargable y envasada con cera de abejas, utilizando vitamina B2 y quercetina, carbón activado y algas nori para evitar cortocircuitos, según la EPFL.
Esta batería comestible de cuatro centímetros de ancho puede funcionar a 0.65 voltios, un voltaje seguro en caso de ingestión, y dos de estas baterías conectadas en serie pueden alimentar un diodo emisor de luz durante unos 10 minutos, según la EPFL.
Una vez que estén listos todos los componentes para un robot que se pueda comer en su totalidad, el siguiente objetivo, de cara a su producción, consistirá en ensamblarlos, algo en lo que los científicos ya están consiguiendo avances, al haber logrado acoplar distintos sistemas robóticos comestibles en parte.
Por ejemplo, en 2022, investigadores de la EPFL y la Universidad de Wageningen diseñaron un dron con alas hechas de galletas de arroz pegadas con gelatina.
En otro avance más reciente, los científicos de la EPFL y el IIT han creado en 2024 un robot rodante y parcialmente comestible, que utiliza patas neumáticas de gelatina para moverse y un sensor comestible para medir la inclinación del artefacto.
Uno de los retos que enfrentan los investigadores en su camino para conseguir un robot comestible consiste en comprender la manera en que los seres humanos y los animales perciben los alimentos procesados mediante un comportamiento fisiológico reactivo y autónomo, según detalla el profesor Floreano.
Agrega que la electrónica totalmente comestible que utiliza transistores y procesa información todavía es difícil de fabricar.
“Pero el mayor desafío técnico es unir las piezas que utilizan electricidad para funcionar como baterías y sensores, con aquellas piezas que utilizan fluidos y presión para moverse, como los actuadores”, señala por su parte el investigador Bokeon Kwak, que forma parte del grupo de Floreano.
Por otro lado, después de conseguir integrar todos los componentes en un robot, los científicos necesitarán miniaturizarlos, darle un sabor agradable y aumentar su vida útil, añade Kwak.
Los robots comestibles y alimentos robóticos podrían abrir una nueva gama de oportunidades en la atención sanitaria, la gestión medioambiental y la promoción de hábitos alimentarios más saludables, de acuerdo con los autores de estos estudios.
El proyecto