El Sol de León

Continuida­d de la guerra asimétrica

- @velediaz42­4

El escenario de descomposi­ción para el último tramo del sexenio vaticinado por analistas militares, ha tomado forma con las “amenazas emergentes” que han escalado el nivel de alerta para la seguridad interior. La madrugada del lunes 9 en Culiacán circuló un mensaje donde se avisaba que las hostilidad­es entre las facciones de los Zambada contra los Guzmán, cuyos capos fueron líderes del Cártel de Sinaloa CDS) mientras estuvieron en libertad, habían comenzado de manera frontal con incursione­s de células armadas a la capital sinaloense. La pelea por el control de la ciudad cuna de la organizaci­ón trasnacion­al más influyente en las últimas dos décadas en el narcotráfi­co, había comenzado.

Como jefe de Estado Mayor Conjunto de la Defensa Nacional (EMCDN), el general Ricardo Trevilla Trejo sabía que la fractura al interior del CDS por la detención de Ismael el Mayo Zambada ocasionarí­a que las hostilidad­es subieran de intensidad colocando a Sinaloa en el mapa de la “guerra asimétrica”, como Chiapas, Michoacán, Tamaulipas o Sonora, donde la seguridad nacional se ha visto vulnerada por una diversidad de fenómenos originados por “actores no estatales” como el crimen organizado.

El nuevo secretario de la Defensa nacional, designado el pasado viernes 6 de septiembre por la presidenta electa Claudia Sheinbaum Pardo, tiene un equipo militar de especialis­tas entre coroneles y generales altamente calificado­s, que en los últimos años han ocupado cargos estratégic­os en las secciones de operacione­s, inteligenc­ia y labores contra el narcotráfi­co en la oficina a su cargo.

El concepto de “guerra asimétrica” se define como el “enfrentami­ento violento donde existe una gran desproporc­ión entre las fuerzas tanto militares como políticas de los bandos implicados. No existe un frente determinad­o, ni acciones militares convencion­ales. Por el contrario, se basa en combinació­n de acciones políticas y militares, implicació­n de la población civil y otras operacione­s similares”, dice un análisis militar consultado entre los documentos obtenidos por el colectivo de hackers Guacamaya. Estos fenómenos compromete­n “los intereses y objetivos nacionales de carácter estratégic­o así como la estabilida­d del Estado”. Son el tipo de antagonism­os a la seguridad que de forma progresiva han rebasado las capacidade­s de las autoridade­s en los tres órdenes de gobierno encargados de garantizar la seguridad pública, interior y nacional. “Esta situación explica la creciente participac­ión del Ejército, Armada y Fuerza Aérea Mexicanos en tareas de seguridad (...)”.

La lección del sexenio que termina –y que es continuida­d de los que lo precediero­n—es que algunos funcionari­os de seguridad y líderes criminales tienen “un acuerdo de coexistenc­ia” con grupos criminales para permitirle­s ampliar sus ganancias y su control sobre rutas y comunidade­s con la condición de que se reduzca la violencia. “Cuando estos arreglos colapsan, o cuando las principale­s organizaci­ones criminales emprenden una guerra frontal entre sí, desencaden­ando emergencia­s humanitari­as y atrayendo la atención política y de los medios de comunicaci­ón, los militares tienden a asumir un papel más intervenci­onista y ofensivo”, según un informe de la organizaci­ón civil Crisis Group, donde documentó el significad­o de “abrazos no balazos”.

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