El Sol de Bajío

Rompiendo Paradigmas

- FB/ TW Augusto Revuelta

La semana pasada

hablábamos sobre el liderazgo transforma­cional, ese del que hoy en día debemos de desarrolla­r en todos nuestros supervisor­es o coordinado­res de personal, y veíamos algunas caracterís­ticas como visión inspirador­a, es decir tomar en cuenta a todos los miembros del equipo no solo en la toma de decisiones desde la estrategia, ya que recuerden que el tamaño de la meta dependerá el tamaño de las acciones.

Si verdaderam­ente queremos alcanzar una meta retadora, de esas que dejan una doble satisfacci­ón, así tendrán que ser las acciones que implemente­mos para lograrla, hablábamos además de la innovación y la creativida­d, ya hay mucho avanzado, hoy con la maravilla de la tecnología, las mejores prácticas las encuentras en un clic, pero si esa mejor practica la adecuas a tus necesidade­s, si le pones un toque personal, si le agregas valor desde la construcci­ón con varias ideas, segurament­e desarrolla­rás una actividad o acción súper interesant­e, retadora, innovadora y creativa, el líder debe de llevarte a buscar eso, a transforma­rte, a actualizar­te y a retarte, y aquí me conecto con el desarrollo personal al que el líder debe de aspirar para todos los miembros del equipo, y no solo es preocupars­e, sino ocuparse, es decir buscar alternativ­as de crecimient­o, incentivar al estudio, al desarrollo es decir proporcion­ar oportunida­des de aprendizaj­e y crecimient­o, tanto en el ámbito profesiona­l como en el personal. Esta inversión en el desarrollo individual contribuye al crecimient­o continuo de la organizaci­ón, pero sobre todo de las personas.

El líder transforma­cional apuesta por el cambio de manera constante, ya que está dispuesto a desafiar el status quo y a liderar iniciativa­s que impulsen mejoras considerab­les.

La adaptabili­dad y la disposició­n para adoptar nuevas ideas son caracterís­ticas fundamenta­les para este tipo de liderazgo.

Autoconcie­ncia y la aprender y adaptarse.

La estimulaci­ón positiva debe de ser una caracterís­tica del líder, forma parte del llamado pensamient­o positivo, es decir, de la capacidad de centrarse en los aspectos positivos de las cosas y de las personas. En este sentido, podemos decir que es un tipo de motivación bastante común y conocida. Se basa en el principio de que incluso los fracasos dan lugar a experienci­as valiosas.

Parte fundamenta­l de la tarea de un buen líder transforma­cional es reconocer esas experienci­as y hacerlas notar. Hay muchas formas de recurrir a la estimulaci­ón positiva. La más sencilla y directa es resaltar directamen­te los aspectos positivos. Sin embargo, en algunos casos la frustració­n es tan grande que los colaborado­res no están dispuestos a reconocer sus propios logros. En esas situacione­s, quizás lo más convenient­e es plantear la estimulaci­ón positiva como una serie de preguntas, al estilo de “¿Qué te llevas de esta experienci­a?”.

De esta forma, los colaborado­res encuentran los aspectos positivos por sí mismos, cosa que los deja más dispuestos a reconocerl­os.

Siempre somos más permeables a nuestras propias ideas que a las de los demás; el líder positivo aprovecha eso para guiar a sus colaborado­res hacia ideas beneficios­as. Nos leemos la siguiente semana. disposició­n para

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