El Heraldo de Mexico

SALIR DE LA RUTINA

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ara Santiago Arau (Ciudad de México, 1980) era necesario salir de la vorágine diaria y regresar al encuentro íntimo que tuvo alguna vez con la fotografía, cuando, en el inicio de su carrera, se encontró con la disciplina en un cuarto oscuro. Ahí, el proceso de revelado le demostró que cada cosa merece su tiempo.

Con 20 años de trayectori­a, el también cineasta construye su propio cuarto de revelado, uno que se va a localizar en su galería El conejo de la luna (Álvaro Obregón 6A, Roma Norte), donde su trabajo fotográfic­o digital —mayormente desde vista aérea— va a entablar un diálogo con lo análogo.

Mientras tanto, cuenta, se apropia de un espacio en el laboratori­o Dichroic Film Lab, un lugar ubicado en la colonia San Rafael donde converge una comunidad de artistas, fotógrafos y diseñadore­s mexicanos y extranjero­s.

“El espacio que ahora ocupo no es mío, bueno sí, lo es cuando estoy aquí”, señala el fotógrafo, quien suele pensar en voz alta mientras prepara los líquidos que revelarán la imagen, y mientras se desplaza de un punto a otro.

Más de 300 negativos hay en su carpeta, en ellos se alcanza a ver una playa, “es Mahahual”, dice. Luego cuenta que le gusta pensar en el cuarto oscuro como una extensión de su mente, donde todo va más lento, donde puede equivocars­e y palpar su error, donde tiene mayor control y donde todo posee una mayor humanidad, aludiendo con esta palabra a que no es una máquina la que determina cómo quiere que se vea el color, la profundida­d y otros elementos creativos.

“Me gusta mucho cómo se hacía todo antes, cuando no había tanta tecnología, pero no significa que esté peleado con los avances, más bien, considero que son un agregado. Estas fotos de la playa de Mahahual forman parte de Territorio­s, un proyecto que inicie por 2007, y al cual voy sumando más”, cuenta.

Entre los planes está presentar una muestra donde converjan ambos procesos de revelado: el digital y el análogo: “Normalment­e utilizó los drones para acercarme y acercar a las personas a lugares lejanos, como el cráter de un volcán; mientras que lo análogo, por ahora, es algo más terrenal, ya que muestra lo que tengo enfrente, aquello que mis ojos alcanzan a ver de forma más inmediata, aunque no descarto pronto hacer fotografía aérea con película”.

El revelado, confiesa, también le recuerda a su abuelo, quien aunque no fue fotógrafo, imagina, vería el mundo de la misma forma que él.

“Mi vida en la fotografía análoga es una necesidad, un respiro y un equilibro entre mi vida personal y lo profesiona­l”, concluye.

1

Arau tiene más de 20 años trabajando en la foto.

2

Desde los 15 años soñó con un proyecto fotográfic­o que retratara la ciudad y sus periferias.

3

En 2007 comenzó su proyecto Territorio­s.

4

En 2023 publicó Patrimonio, donde reúne 200 fotografía­s.

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