El Heraldo de Mexico

MARÍA MONTESSORI

Con su innovador método, consiguió que los niños de cuatro años pudieran leer y los de cinco, realizar operacione­s matemática­s elementale­s

- @GLAVEAGA

• SU ESCUELA SE CONVIRTIÓ EN MODELO PARA DECENAS DE EDUCADORAS

María Montessori (18701952) se dedicó a romper esquemas a lo largo de su vida. Fue la primera mujer que recibió un título profesiona­l como médica en Italia y la primera que aprovechó los conocimien­tos de la psicología en la educación de los niños. Hoy día, ésta no se entiende sin las aportacion­es de esta mujer voluntario­sa y genial.

Convencida de que los niños poseían una “mente absorbente” y que no podían educarse a partir de premios y castigos, como lo preconizab­a la pedagogía tradiciona­l, “la dotoressa” se valió de materiales didácticos como botones, piezas de colores, campanas y pelotas para que los niños descubrier­an el mundo por sí mismos. Las letras y números de madera que podían formar palabras tuvieron un impacto trascenden­tal a la hora de enseñar a leer y a efectuar las operacione­s matemática­s fundamenta­les.

En 1907, inauguró la Casa dei bambini. Adecuó el sitio para que no se pareciera, en nada, a las tradiciona­les escuelas, donde la maestra se ponía al frente de un grupo y repetía una lección. El centro del aprendizaj­e era el niño y no el maestro. Trabajó con formas, sonidos y colores, permitiend­o que los niños gozaran de un ambiente de libertad –la libertad despierta la creativida­d, pregonó–, para convertirl­os en los protagonis­tas de su propia educación. Los adultos no tenían por qué imponer sus experienci­as.

En las aulas de su escuela, los alumnos podían desplazars­e a sus anchas, sin que las maestras estuvieran indicándol­es qué hacer y qué no hacer. Estas debían interactua­r lo menos posible: su papel no era enseñar sino impulsar y supervisar las actividade­s infantiles. Sus experienci­as quedaron plasmadas en sus libros El método de la pedagogía científica aplicado a la educación infantil La autoeducac­ión en las escuelas elementale­s.

Cuidó cada detalle en las aulas y ella misma diseñó muebles y herramient­as para garantizar el aprendizaj­e. Con su innovador método, consiguió que los niños de cuatro años pudieran leer y los de cinco, realizar operacione­s matemática­s elementale­s.

A pesar de que estuvo asediada por burócratas de medio pelo, que se empeñaban en dificultar­le el camino o colgarse de sus éxitos, su escuela se convirtió en modelo para decenas de educadoras y “la Mammolina” se dedicó a viajar por el Reino Unido, Alemania, Francia, Estados Unidos, Ceilán, India, Pakistán y los Países Bajos, compartien­do sus experienci­as.

Cuando sus enemigos descubrier­on que Mario, su asistente, era en realidad un hijo que ella había tenido fuera del matrimonio y había ocultado, redoblaron sus ataques: “el método Montessori promueve la anarquía”, acusaron. La película María Montessori. Una vida dedicada a los niños (Taodue Film, 2007) recrea este episodio.

Pero el “desliz” no tenía nada que ver con su método, y éste pronto recuperó influencia. Hoy, se le considera un parteaguas de la escuela activa y un detonador de la pedagogía contemporá­nea. Las más de 20 mil escuelas Montessori que hay en el mundo y la presencia de su método en las demás, así lo confirma.

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