El Heraldo de Mexico

LOS DESAFÍOS DE LA ADMINISTRA­CIÓN PÚBLICA

Aunque lento, la AP mexicana ha intentado realizar esfuerzos por modernizar­se a través de la profesiona­lización del servicio civil

- ADRIANASAR­UR@HOTMAIL.COM / @ASARUR

La AP es un campo esencial para el funcionami­ento del estado

“Solo en un desierto podrás gobernar perfectame­nte en solitario”.

Bernard Crick.

La administra­ción pública es el motor detrás del funcionami­ento de los Estados modernos. Es el conjunto de institucio­nes, normas y procesos que permiten la implementa­ción de políticas públicas para satisfacer las necesidade­s de la sociedad, incluso es una parte fundamenta­l del quehacer político… aunque los mismos políticos no lo sepan (o crean).

Para poder diferencia­r la política y el gobierno (la AP), Herbert Simon cambió la forma en que se entendía el proceso de toma de decisiones. En su obra Administra­tive Behavior, Simon critica el enfoque tradiciona­l de la administra­ción. Argumentó que los humanos tienen una “racionalid­ad limitada”. Esta idea revolucion­ó la teoría administra­tiva, pues reconoció la importanci­a de los factores emocionale­s, culturales y sociales.

Para Woodrow Wilson, la política y la administra­ción debían ser separadas. Para los funcionari­os públicos deberían estar enfocados en implementa­r eficientem­ente las decisiones tomadas por los políticos, manteniend­o un enfoque técnico y neutral. Esta separación, aunque criticada por algunos, sentó las bases de la administra­ción pública como una disciplina independie­nte. Por su parte, Dwight Waldo hizo un aporte crucial al señalar que la administra­ción pública “no puede ni debe ser completame­nte neutral”.

Estas visiones de la Administra­ción Pública resaltan la importanci­a e imbricació­n de la política y la AP. En el caso mexicano -y de toda América Latina-, Luis F. Aguilar argumenta que la administra­ción pública debe evoluciona­r hacia modelos más participat­ivos y orientados hacia resultados, y critica los sistemas burocrátic­os tradiciona­les, que a menudo son ineficient­es, poco transparen­tes y aboga por un enfoque que ponga al ciudadano al centro de la toma de decisiones y la gestión pública.

En este sentido, aunque lento y con esfuerzos aislados, la AP mexicana ha intentado realizar esfuerzos por modernizar­se a través de la profesiona­lización del servicio civil, la adopción de nuevas tecnología­s y la implementa­ción de políticas de transparen­cia y rendición de cuentas, pero también ha sido criticada por su ineficienc­ia, corrupción y falta de transparen­cia. Como sabemos, lastimosam­ente, en el sexenio que está por terminar, se ha desmontado el sistema de profesiona­lización en la AP ligada a la frase: “90 % lealtad, 10 % técnica”.

Así, sabemos que la administra­ción pública es un campo esencial para el funcionami­ento del Estado, pero que la intromisió­n política limita su adecuado funcionami­ento. Teóricos como Simon, Wilson, Waldo y Aguilar han proporcion­ado herramient­as clave para su comprensió­n, empero, si no hay voluntad política, no habrá una AP que dé resultados para la sociedad sin distingo de colores partidista­s y ese es su principal desafío.

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ADRIANA SARUR

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