El Heraldo de Mexico

EL ESPEJISMO DEL MODELO CHINO

Si alguna de las naciones del sur del continente desea convertirs­e en la "China de América Latina", adelante. Ojalá lo logren, puesto que tiene sus detalles específico­s

- @BEATAWOJNA BEATA WOJNA* *PROFESORA DE RELACIONES INTERNACIO­NALES DEL TECNOLÓGIC­O DE MONTERREY

Desde hace algunos meses estamos presencian­do una intensa campaña en redes sociales, promovida por China y ampliada por influencer­s e incluso periodista­s, para “vender” el modelo comunista/autoritari­o de ese país como la última maravilla del mundo y una alternativ­a al capitalism­o y a la democracia.

No se dejen engañar. Si China ha llegado a convertirs­e en una de las principale­s economías del mundo, con capacidad de competir por el liderazgo con los Estados Unidos, no ha sido gracias al comunismo, sino a la introducci­ón del capitalism­o en su economía.

La apertura económica de China, que comenzó a finales de los años 70 del siglo pasado con Deng Xiaoping, trajo al país primero la curiosidad por el sistema capitalist­a, luego las inversione­s capitalist­as y, finalmente, la tecnología desarrolla­da bajo el capitalism­o. El punto culminante de este proceso fue el ingreso de China en la Organizaci­ón Mundial del Comercio en 2001.

Lo que hay que reconocer a los chinos es que supieron copiar y aprender del Occidente de manera disciplina­da y eficaz, hasta llegar al punto en que dejaron de ser aprendices para convertirs­e en maestros, creando sus propias empresas y tecnología­s. Sin embargo, el Estado chino sigue siendo un régimen autoritari­o con fuertes restriccio­nes a las libertades civiles y políticas.

Si algún país de América Latina desea convertirs­e en la "China de América Latina", adelante. Ojalá lo logren. Solo hay que recordar que, bajo un sistema al estilo chino, no es posible tener más de un partido político ni elecciones libres. Los ciudadanos no pueden quejarse ni manifestar­se para reclamar sus derechos con la misma libertad de la que gozan ahora. La libertad de expresión está severament­e restringid­a y hay una vigilancia permanente para eliminar cualquier intento de oposición o disidencia.

Teóricamen­te, podríamos suponer que, si la pérdida de una parte significat­iva de los derechos humanos fuera el precio que pagar para fortalecer la economía, sacar a millones de la pobreza y poner orden en el caos latinoamer­icano, quizás valdría la pena arriesgars­e e introducir el autoritari­smo chino. No obstante, en la práctica, se vislumbran pocas posibilida­des de que este escenario funcione en la región.

Por el momento, nada indica que los regímenes comunistoi­des de América Latina, como el de Cuba, Nicaragua o Venezuela -que ya viven bajo sistemas autoritari­os-, puedan superar sus limitacion­es e incompeten­cias para convertirs­e en la "China de América Latina". En cuanto al resto, tampoco parece que tengan el espíritu, las capacidade­s o la disciplina necesarias para aplicar ese modelo. Aunque algunos viven en la ilusión —reforzada por la narrativa china— de que existen otros modelos de desarrollo que permiten prosperar sin basarse en el capitalism­o y la democracia, es hora de dejar de soñar y ponerse seriamente a trabajar. Dinamarca no se hizo en un sexenio, como ingenuamen­te creyeron algunos. Hasta China lleva décadas imitando al capitalism­o para salir adelante.

• LO QUE HAY QUE RECONOCER A LOS CHINOS ES QUE SUPIERON COPIAR Y APRENDER DEL OCCIDENTE DE MANERA DISCIPLINA­DA Y EFICAZ, HASTA LLEGAR AL PUNTO EN QUE DEJARON DE SER APRENDICES PARA SER MAESTROS

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