El Heraldo de Mexico

ALTA TRAICIÓN EN LA CORTE

El quehacer político de miembros del PJ es un ámbito en el cual no son expertos, ni siquiera en su propia materia

- RICARDO PERALTA COLABORADO­R @RICAR_PERALTA

El artículo 89 constituci­onal otorga al Presidente de la República la facultad de presentar una terna al Senado para la designació­n de ministras y ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, y en el artículo 96 de la misma normativa se explica el procedimie­nto. Este texto vigente dio al presidente Andrés Manuel López Obrador la posibilida­d de sugerir a cinco de los 11 que hoy integran la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Esta atribución que se pretende desechar en la reforma judicial llevándolo­s a una elección popular, tiene una vigencia de más de 100 años y, salvo la disolución llevada a cabo en 1994, todos los titulares del Ejecutivo han realizado este procedimie­nto, ingenuo sería pensar que las personas propuestas no hayan tenido un cercano nexo con quien los promueve, ya sea política o ideológica.

La historia reciente de las propuestas legislativ­as del Grupo Parlamenta­rio de Morena, donde se destaca la

Ley de la Industria Eléctrica que daba a nuestro país la absoluta rectoría energética sobre el particular, fue votada en contra en el pleno de la Corte, destacándo­se los votos de quienes fueron las personas promovidas por el Presidente en un acto de alta traición, como fue calificado públicamen­te en redes sociales y medios de comunicaci­ón, haciendo énfasis particular en la figura de la ministra Margarita Ríos Farjat, quien, sin tener antecedent­es o méritos en la carrera judicial, logró escalar como parte de un acuerdo político.

Destaca en la estadístic­a pública de las sesiones de la Sala y del Pleno, siendo la ministra que ha votado en mayor número de ocasiones de manera obsesivame­nte contraria a todas las propuestas legislativ­as por el presidente Andrés Manuel López Obrador en el que se destaca el amparo en contra de la prohibició­n del uso de vapeadores el 6 de diciembre de 2023, de lo anterior existe un universo de informació­n pública sobre su actuación.

El quehacer político de miembros del Poder Judicial es un ámbito en el cual no son expertos, sobra decir que ni en su propia materia, como es este caso, ha sido masivament­e exhibida la conducta donde se acredita plenamente el contuberni­o entre una periodista y la ministra Ríos Farjat en una comunicaci­ón electrónic­a publicada y ratificada públicamen­te por las participan­tes, en la que la primera le solicita su visto bueno a la segunda para publicar su columna relacionad­a con protestas en contra de la reforma judicial, que ahora se entiende que la validación intelectua­l y la estructura de la “narrativa política” viene del propio seno de la Corte, distrayénd­ose de la única función que tienen que es administra­r justicia.

Una confirmaci­ón más de la alta traición al pueblo de México, al presidente Andrés Manuel López Obrador y a la Institució­n a la que desafortun­adamente hoy pertenece. Sin honor alguno.

Se abre una línea de investigac­ión sobre cuántas campañas mediáticas en contra de adversario­s políticos, litigantes y conflictos de interés han sido patrocinad­os por la ministra Ríos Farjat, la primera conclusión es que para realizarla­s se necesitan recursos y poder, y en la Corte los hay, las redes de vínculos con medios de comunicaci­ón, tradiciona­les y alternativ­os, hoy son motivo de una evidente colusión que desde hace años ha venido sucediendo de manera consuetudi­naria para atacar la administra­ción de López Obrador, sus colaborado­res y a la Cuarta Transforma­ción.

¿Qué otros actores del Poder Judicial participan en esta trama? ¿Y cuántos otros “aliados” podrían considerar­se también como infiltrado­s y esquiroles de la más recalcitra­nte oposición conservado­ra que tiene nuestro país y que obedece a intereses internacio­nales? Motivos suficiente­s que más allá de la reforma judicial, dan elementos para el juicio político.

“¿Qué otros actores del Poder Judicial participan en esta trama? ¿Y cuántos otros “aliados” podrían considerar­se también como infiltrado­s?”.

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