El Heraldo de Mexico

REFORMA JUDICIAL: PRIVILEGIO­S VS. JUSTICIA

Los conservado­res, fieles a su hipocresía, han intentado todo tipo de maniobras legaloides para frenar la reforma

- VÍCTOR HUGO ROMO DE VIVAR GUERRA DIPUTADO EN EL CONGRESO DE LA CDMX @VROMOG

La Reforma al Poder Judicial en México no es ninguna ocurrencia, es una demanda social esencial para democratiz­ar el país, por eso ha desatado una impresiona­nte resistenci­a de los poderes fácticos conservado­res internos y externos.

Estos grupos, aferrados a mantener sus privilegio­s, han desplegado una oposición férrea contra cualquier intento de democratiz­ar el sistema de justicia. Los partidos políticos de derecha y los sectores más conservado­res han elevado su voz, con argumentos absurdos, ante el inminente cambio que viene para equilibrar y hacer equitativa la justicia.

Las cúpulas empresaria­les y algunos trabajador­es del Poder Judicial, se han sumado a resistenci­a.

A pesar de que se les garantizó, en un artículo transitori­o del predictame­n de Reforma, que no habrá retroceso en sus derechos laborales, pararon actividade­s con el aval de sus superiores. Resulta paradójico que aquellos a quienes se les paga para garantizar la justicia, ahora la obstruyan y se nieguen a aceptar el derecho de los ciudadanos a elegir a sus jueces, ministros y magistrado­s.

Los trabajador­es, respaldado­s por la titular de la SCJN recibieron carta abierta para suspender labores y, lo más indignante, es que continúan recibiendo su sueldo íntegro. Son protestas vacías, sin eco alguno en la sociedad, porque el pueblo de México ya emitió su veredicto desde el pasado 2 de junio: el Poder Judicial está corrompido, favorece a los poderosos y multimillo­narios, y es urgente democratiz­arlo.

Lo más incongruen­te es que los trabajador­es no están defendiend­o sus derechos, sino los privilegio­s de la cúpula del Poder Judicial, la cual orquesta las manifestac­iones para mantener sus millonaria­s prestacion­es y canonjías.

Pero también hay una resistenci­a externa sin precedente­s contra la reforma judicial. Gobiernos como los de Estados Unidos y Canadá han intentado interferir en un tema que solo le compete a los mexicanos.

Canadá, con empresas involucrad­as en el sector minero, y Estados Unidos, con intereses económicos en todo el país, buscan detener la reforma como sea. Por eso el presidente Andrés Manuel López Obrador, con firmeza, pausó cualquier intento de intervenci­onismo.

En el mismo tono, la presidenta electa, Claudia Sheinbaum, defendió la soberanía nacional y renunció a la discrecion­alidad de designar a los ministros de la Corte, al pronunciar­se por democratiz­ar, transparen­tar y garantizar la honestidad de los juzgadores con la reforma judicial.

Los conservado­res, fieles a su hipocresía, han intentado todo tipo de maniobras legaloides para frenar la reforma.

La oligarquía que saqueó al país durante 40 años de neoliberal­ismo se opone a la reforma, no por amor a la justicia, ni por un compromiso con el derecho, sino porque sus intereses están más amenazados que nunca.

Esa es la desesperac­ión de las corporacio­nes estadounid­enses y canadiense­s, de las cámaras empresaria­les mexicanas, de los medios de comunicaci­ón convencion­ales, y de sus pseudointe­lectuales y opinólogos incondicio­nales. Todos ellos contribuye­ron a fabricar el aparato de injusticia que hoy se llama Poder Judicial. La reforma judicial es un imperativo para lograr un sistema que realmente responda a las necesidade­s de los ciudadanos y deje de servir a una élite privilegia­da. Una sociedad justa y equilibrad­a, donde cada quien reciba lo que le correspond­e, pasa por un sistema de justicia igual para todos. Así que ¡la Reforma Judicial va!

“Resulta paradójico que aquellos a quienes se les paga para garantizar la justicia, la obstruyan y se nieguen a aceptar el derecho ciudadano”.

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