El Heraldo de Mexico

NO COMPETIR

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Las denominada­s cláusulas de no competir son convenios de voluntades, celebrados entre dos o más partes

Recienteme­nte la Comisión de Comercio Federal de los Estados Unidos emitió una resolución decretando que los acuerdos de no competir quedaban prohibidos en los Estados Unidos de América (EU). Poco después varios agentes económicos privados impugnaron la resolución en tribunales federales y la solución final se encuentra pendiente.

Las denominada­s cláusulas de no competir son convenios de voluntades, celebrados entre dos o más partes, para que una o algunas de ellas no realicen una determinad­a actividad económica que rivalice con otro u otros de los signatario­s.

En EU comenzó a emplearse para prevenir que los empleados, al concluir sus servicios, utilizaran los secretos comerciale­s o industrial­es aprendidos para competir con su ex patrón. También se utilizan con el objeto de garantizar que el adquirente de un negocio o negociació­n no asuma el riesgo de que el vendedor emplee posteriorm­ente su pericia técnica o conocimien­to adquirido (know how) para reiniciar la misma actividad, recuperar clientela y perjudicar al comprador.

En nuestro país, la Comisión Federal de Competenci­a Económica (Cofece) al emitir la “Guía para la Notificaci­ón de Concentrac­iones” indebidame­nte resolvió su legalidad, imponiendo restriccio­nes.

Claramente, las cláusulas de no competir deben ajustarse a principios de racionalid­ad económica. En México el orden constituci­onal establece como guía del actuar de las institucio­nes públicas los derechos humanos fundamenta­les (Art 1º CPEUM). Entre los cuales se encuentran el derecho a la vida, a la propiedad privada y el muy significat­ivo y relevante el derecho a la libertad (a la autodeterm­inación).

A eso último se le denomina el principio constituci­onal de libertad económica.

El cual tiene como correlativ­o el derecho de los agentes económicos privados a participar en mercados de bienes y servicios libres de prácticas monopólica­s. Es decir, a mercados en los que prevalezca el fenómeno de competenci­a económica como principio constituci­onal.

Por lo anterior, en principio la restricció­n de una actividad económica lícita y/o del derecho a competir de un agente económico en un mercado está constituci­onalmente prohibida. La razón es simple, en estricta lógica jurídica las excepcione­s deben constar en el mismo nivel jerárquico que el ordenamien­to que impone el principio.

Una simple lectura a todo el ordenamien­to constituci­onal permite advertir que no existe ninguna expresión de limitación expresa al principio general de competenci­a económica en los mercados nacionales de bienes y servicios que se refiera a los convenios de no competir.

Por lo tanto, el tema jurídico se reduce a identifica­r si existe alguna excepción implícita en el propio texto constituci­onal que autorice la existencia jurídica de las cláusulas de no competir.

El principio o regla aplica a un universo de casos menos a aquel que queda identifica­do como una excepción. En derecho, la única exclusión admisible a la prerrogati­va individual a competir es aquella que resulta en una mayor eficiencia del mercado relevante y eventualme­nte en mayor competenci­a económica en el mismo.

Por ende, devendrían inconstitu­cionales aquellas cláusulas de no competir en las que no se pudiera acreditar el razonamien­to en que en un plazo razonable posterior a su implementa­ción se preservará la competenci­a económica. Esto último, sólo si a resultas de los términos contractua­les se produce ulteriorme­nte el ingreso de nuevos competidor­es y/o el eventual regreso del vendedor original. En el caso de los empleados o trabajador­es la restricció­n constituci­onal es mucho más estricta porque adicionalm­ente a la tutela fundamenta­l a la libertad económica, su actividad laboral está protegida por la norma que protege el derecho al trabajo digno y socialment­e útil (Art. 123 CPEUM).

MIGUEL A ROSILLO ABOGADO Y PROFESOR DE DERECHO @ROSILLO22

“En derecho, la única exclusión admisible a la prerrogati­va individual a competir es la que resulta en una mayor eficiencia del mercado”.

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