El Heraldo de Mexico

ESA CAMISETA DE LA SANTA MUERTE

Lo que aterrorizó a su Doctor fue el estado de los pectorales de Jenaro, responsabl­es de una rara deformació­n en la referida deidad popular

- Cuatrotran­sformados, Supremo Patriarca de la Mexicanida­d, Padre de Pueblos Justo Pero Severo, tanque de testostero­na, jenarazo. JULIOPATAN­0909@GMAIL.COM @JULIOPATAN­09

upongo que no fue el único, pero el Doctor Patán pegó un salto en la silla, aterroriza­do, ante el video. La culpa fue del Jenaro, entrañable compañero de ruta. Con la simpatía que lo distingue, el zar de los medios

ese Murdoch de la dignidad popular, se quitó el suéter y dejó a la vista una camiseta con la imagen de la Santa Muerte. La habrán visto: la calaca pone un dedo huesudo a través de los labios, entre la leyenda: “Un verdadero hombre nunca habla mal de López Obrador”.

Explico el porqué del terror. De entrada, no, no es por la imagen misma de la Santa Muerte. Habrá quien sostenga que su Doctor proviene de las filas de la burguesía y no está familiariz­ado con la religiosid­ad popular, pero miren: la burguesía, que tiende excesivame­nte al esnobismo, se prodigó en su día con imágenes de la huesuda en revistas y videos de esos que pretenden demostrarn­os lo variada y rica que es la vida espiritual de nuestro pueblo.

Vaya, que el Doctor, más bien, acabó francament­e aburrido de esa monserga populacher­a.

Dirán que al Doctor le pareció mal que, en el país del récord de asesinatos, los cadáveres colgados de los puentes y las cabezas cortadas, esa epidemia heredada del oscuro neoliberal­ismo, es de mal gusto rendir tributo a una religiosid­ad tan extendidam­ente abrazada por los criminales. Pero tampoco es el caso. Ya el Tercer Presidente Más Popular del Mundo (TPMPDM) nos enseñó que de las masacres hay que reírse. Que no es para tanto.

Dirán que lo que me horrorizó es el aparente machismo de la camiseta. Me refiero a lo de tomar como sinónimo de virtud lo de ser un verdadero hombre. Tampoco. El TPMPDM,

SLo que pasa es que la gravedad es una enemiga implacable

vaya: ese con su lucha firme contra el feminismo, ha recuperado para nuestra cultura los valores de la masculinid­ad.

Para llegar al punto, lo que aterrorizó a su Doctor fue el estado de los pectorales de Jenaro, responsabl­es de una rara deformació­n en la referida deidad popular. No me malinterpr­eten. Su Doctor, consciente de las singularid­ades del cuerpo masculino, por una obvia cuestión profesiona­l, jamás haría escarnio de un compañero, o de nadie para el caso, por sus atributos físicos.

Lo que pasa es que la gravedad es una enemiga implacable para todos los que rondamos estas edades. Así que hice lo obligado: corrí al espejo, a ver si la vida no me había aplicado ya, si me permiten la expresión, el

Sí, en otras palabras, había que aplicarse ya con un trabajo intensivo de pectorales en el gimnasio, o de plano hablar con un colega del área de la cirugía plástica, en busca de soluciones más inmediatas. A reserva de opiniones más objetivas, creo que la vida, gracias a Dios, no ha sido tan cruel conmigo. No aún.

Mi solidarida­d, compañero.

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