REPUDIAR AL MINIMALISMO EN ALL THINGS ARE TOO SMALL, DE BECCA ROTHFELD
Toda su postura intenta hacernos caer en la cuenta de que este estilo de vida nos empobrece brutalmente
Algo del minimalismo, que seguí y en cuyos libros abrevé en su momento, me parecía sospechoso. Aun así, he de confesarlo, Marie Kondo entró en mi casa y nos forzó a algunos ejercicios de abandono. Otros libros anteriores, más profundos, franceses e ingleses, habían abonado en su favor. La idea de que menos es más había permeado en la cultura popular y en nuestras vidas, lo mismo en Francia -donde el ejercicio de desprenderse era inevitable, vivíamos cinco y un perro en 34 metros cuadrados-, que en México o en Estados Unidos. En su antología de ensayos, All Things Are Too Small, Becca Rothfeld articula una crítica penetrante y multidimensional al minimalismo, una corriente que ha permeado tanto el diseño de interiores como la cultura contemporánea hasta hacerse omnipresente en el diseño de muebles que imitan el midcentury, o incluso el hecho de tener unas cuantas camisas y trajes del mismo color, para no tener la fatiga de escoger. A través de una serie de ensayos lúcidos y eruditos, Rothfeld desmantela la estética minimalista, que promueve la simplicidad y la eliminación de lo superfluo, argumentando que esta visión del mundo es a menudo una simplificación excesiva de nuestras vidas ricas y complejas.
Rothfeld desafía la premisa minimalista de que “menos es más”, sugiriendo que esta filosofía puede llevar a una vida desprovista de las texturas y capas que le dan profundidad y significado. Ella aboga por una existencia que abrace la multiplicidad, la complejidad y el caos, sugiriendo que en esta acumulación de experiencias y objetos se encuentra una forma de autenticidad que el minimalismo tiende a sofocar. De hecho, para ella “más es más” y “menos es menos”. Toda su postura intenta hacernos caer en la cuenta de que el minimalismo nos empobrece brutalmente, intelectualmente, sobre todo. En su ataque al minimalismo, Rothfeld no sólo se concentra en los objetos físicos y el espacio, sino también en cómo esta filosofía afecta nuestras relaciones personales y nuestra salud mental. Critica la tendencia minimalista de reducir las relaciones y las emociones a elementos manejables, lo cual puede resultar en una vida emocionalmente empobrecida y desconectada. Para Rothfeld, la plenitud se encuentra no en la reducción, sino en la aceptación y exploración de la plétora de lo que significa ser humano.
El libro es también una refutación del consumismo, pero no desde la perspectiva típica del minimalismo que aboga por comprar menos. En cambio, Rothfeld sugiere que el consumismo y el minimalismo pueden ser dos caras de la misma moneda, ambos simplificando indebidamente la rica tela de la existencia humana. Ella invita a los lectores a reconsiderar cómo los objetos y las relaciones son valorados, proponiendo una forma más matizada de interactuar con nuestro entorno y con los demás.
En términos de estilo, Rothfeld se aleja de las proclamaciones prescriptivas comunes en los textos minimalistas, optando en cambio por un tono que es tanto reflexivo como provocativo. Su escritura invita a una reflexión intelectual, retando al lector culto a reconsiderar las premisas subyacentes de sus elecciones de vida y estéticas. Todas las cosas son pequeñas, no es un libro cualquiera, es un tratado poderoso y contra-intuitivo que cuestiona la validez y la viabilidad del minimalismo en nuestras vidas modernas. El absurdo de Marie Kondo de tocar un objeto y ver si aún nos produce alegría es algo de lo que Rothfield por supuesto se burla.
“No es un libro cualquiera, es un tratado poderoso y contra-intuitivo que cuestiona la validez y la viabilidad del minimalismo en nuestras vidas”.