Bilimbiques
El que encabeza estas líneas es otro de los voquibles salidos de la Revolución.
Después del asesinato de don Francisco I. Madero la Revolución entró en un período degenerativo motivado por la pugna entre las diversas facciones que se disputaban el poder. La Revolución de Carranza sí fue eso, una revolución verdadera. La lucha por el restablecimiento del orden constitucional culminó con la promulgación de otra norma constitucional que introducía en el País cambios que modificaban radicalmente el anterior orden establecido.
A partir de 1913 quedó rota la unidad original de los revolucionarios. Villa se levantó contra Carranza; éste se lanzó contra Zapata; Obregón y Calles atentaron contra el Varón de Cuatrociénegas. Aquello fue el caos. Y en época de caos no sólo hay muchas leyes y muchos jefes: también hay muchas monedas.
Cada bando emitió la suya, y así surgieron aquellos famosos billetes de la Revolución que hoy son simples curiosidades numismáticas objeto de atención para los coleccionistas. Por millones, obviamente sin ningún control, se imprimieron billetes que circulaban tan sólo en el territorio dominado por la facción correspondiente. Cuando las tropas de esa facción ponían pies en polvorosa, arrojadas por la facción contraria, eran los billetes de ésta las que adquirían curso forzoso.
De útil instrumento de cambio le servía su moneda a cada jefe: imponían a la población préstamos obligatorios por los cuales los ricos de las ciudades debían entregar sus caudales en monedas de oro y plata. Los jefes militares -muy honrados ellos- pagaban esos créditos religiosamente, con interés y todo, pero entregando sus billetes, los cuales valían menos que el papel en que estaban impresos.
Tales billetes adoptaron las formas, tamaños y diseños más variados que es dable imaginar, y recibieron el nombre de "bilimbiques". Dos teorías conozco yo para explicar ese tal nombre. Dice la primera que se llamaron así por la expresión "Bill of Bank" impresa en los primeros billetes, que se elaboraron en Estados Unidos y cuya redacción, por tanto, venía en inglés. Afirma la segunda tesis que en una hacienda o fundo mineral de Durango había un administrador, gringo él, que se llamaba William Vique, nombrado Bill. Este señor solía pagar a los trabajadores con billetes que él mismo mandaba hacer, papeles a manera de vales que luego los trabajadores debían cambiar por mercancía en la tienda del propio Bill, pues en ninguna otra parte eran admitidos. Así, cuando Villa empezó a hacer circular sus "sábanas", billetes de gran tamaño, la gente los llamó "bilimbiques" por el nombre de aquel administrador.
Ninguna de las dos tesis, a decir verdad, me suena muy convincente. Vaya usted a saber cuál es el verdadero origen de esa palabra "bilimbique". La seguimos usando hasta la fecha: a cada devaluación suspiramos hondamente y decimos que nuestros billetes son puros "bilimbiques", es decir, papeles sin ningún valor. No andamos lejos de la verdad cuando decimos eso.