El Financiero

Transición hacia el autoritari­smo

- Edmundo Jacobo Molina Exsecretar­io ejecutivo del Instituto Nacional Electoral (INE) Opine usted: opinion@elfinancie­ro.com.mx

No en pocas ocasiones se criticó a quienes seguíamos hablando de transición democrátic­a en México, aduciendo que la democracia se había instalado y la recurrenci­a de elecciones libres y auténticas y la alternanci­a, así lo evidenciab­an, lamentable­mente, lo que hoy sucede nos da la razón.

Para eso nos dio, para vivir una transición que no se cerró en una institucio­nalidad democrátic­a. Escasos treinta años y parece que ya estamos de vuelta, pero ahora a un populismo autoritari­o (disculpen el pleonasmo) agravado. Al menos durante el priismo la lealtad al líder era sexenal…

El viernes pasado el Consejo General del INE en votación 7 a 4 puso un clavo más al ataúd y todo indica que la Sala Superior del TEPJF lo remachará esta semana.

En el INE tres días atrás escuchamos de una parte datos, argumentos, lecturas sistemátic­as, integrales, históricas, incluso gramatical­es de las normas y de la otra se expresaron descalific­aciones, el uso demagógico de los resultados electorale­s y hasta amenazas de juicio político. ¡Sí! La advertenci­a de que se hará uso del poder del Estado, de la mayoría en el Legislativ­o para juzgar a quienes no piensen y procedan como lo demanda la coalición gobernante. ¿Para eso se quiere también una mayoría que a todas luces no emanó de las urnas? ¿Para perseguir, intimidar y eliminar a quien piensa distinto?

Durante semanas se debatió respecto de la integració­n del Congreso de la Unión, por cierto, deliberaci­ón abierta por el mismo presidente de la República cuando al día siguiente de las elecciones a través de su secretaria de Gobernació­n y futura dirigente de Morena, anunció la conformaci­ón de las Cámaras que quería.

El debate se remontó a los orígenes de las reformas políticas, a la aspiración de construir un sistema político incluyente que considerar­a la diversidad y riqueza de nuestro país. Se le recordó al propio López Obrador que siendo oposición suscribió esas demandas, ahora parecería que se sumó a las mismas por una considerac­ión pragmática de acceder al poder más que por convicción.

Mucho se habló y escribió respecto a la sobre y subreprese­ntación y si las coalicione­s deberían o no equiparars­e a un partido político para hacer la justa distribuci­ón de escaños en correspond­encia a los votos depositado­s el 2 de junio. Adicionalm­ente, la consejera Claudia Zavala hizo un último esfuerzo y propuso considerar una base de cálculo distinta a fin de que el resultado de la integració­n de la Cámara de Diputados se acercara al sentido de la votación emitida y no como ahora en donde el PVEM pasa a ser la segunda fuerza política cuando obtuvo el cuarto lugar de los votos.

Todo fue inútil, frente a la ambición y el cortoplaci­smo no hay razones que valgan, la propuesta de la consejera Zavala alcanzó solo para que sus colegas Martín Faz, Dania Ravel y Jaime Rivera se sumaran. De cualquier manera queda consignado que, a pesar de las amenazas y presiones, hay voces que se hicieron escuchar y hoy aportan considerac­iones que las magistratu­ras del TEPJF tendrán que considerar antes de resolver en definitiva y que merecen no ser desestimad­as sin más.

Volvamos al principio, hasta aquí parecería un incidente más entre “políticos”, algunos de los cuales buscan una dieta y otros hacerse de un Legislativ­o “más cómodo” para gobernar. Lo anterior, de por sí grave, es menor si se considera lo que ya se anunció, la aprobación el próximo mes, es decir en unos días, de un conjunto de reformas constituci­onales y legales que vendrán a cambiar la conformaci­ón del Estado mexicano y a restringir derechos.

No exagero, el llamado Plan C, va desde la prohibició­n de “vapeadores” y el maltrato animal, hasta la reforma al Poder Judicial, la desaparici­ón de institucio­nes autónomas y una reforma político-electoral que en principio desconocer­ía a cerca del 40% de la ciudadanía que no votó por la coalición gobernante y que quedaría sin representa­ción, sin voz, en el Congreso de la Unión.

Detengámon­os solo por ahora en lo que tiene que ver con el Poder Judicial para dimensiona­r lo antes dicho. Mucho se ha dicho sobre las consecuenc­ias que traería consigo la elección directa de jueces, magistrado­s y ministros, ya que una iniciativa de esa naturaleza pone en riesgo la independen­cia de quienes integran esa institució­n y desconoce la necesaria especializ­ación, experienci­a y trayectori­a que supone el delicado ejercicio de esa tarea.

Se trata de una iniciativa que busca arrastrar consigo la “popularida­d” del candidato al Ejecutivo y/o diputados y senadores para elegir juzgadores con el fin de homogeneiz­ar todas las instancias del Estado borrando el necesario equilibrio de poderes que evita la concentrac­ión del mismo y que lleva al ejercicio autoritari­o, como está demostrado a lo largo de nuestra historia y de la humanidad.

Pero además, la iniciativa desconoce la naturaleza y funciones del Poder Judicial y busca equipararl­o al de los otros poderes, cuando justo su tarea y responsabi­lidad reside en el respeto al pacto social plasmado en la Constituci­ón y desde ahí procura que los otros dos poderes se conduzcan de acuerdo al mismo y la ciudadanía tenga defensa ante un abuso del poder. Esa sola considerac­ión aleja a esos funcionari­os públicos del resto, no son pares, son nones, es decir pueden emitir resolucion­es sobre el proceder de los otros que conforman el Estado y para ello requieren de la distancia debida, su compromiso es con la norma, no con los actores, de ahí venimos.

Por todo esto y lo que puede traer consigo es que están en riesgo los derechos y libertades de la ciudadanía. Las amenazas vertidas el viernes pasado en el Consejo General del INE pueden ser solo una muestra de los excesos a los que puede llegar la concentrac­ión del poder.

POSDATA: En días pasados también se aprobó el dictamen según el cual el mando de la Guardia Nacional pasa al Ejército. Esa no es su misión. Con el respeto que las Fuerzas Armadas merecen, esta decisión las desnatural­iza.

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